Capítulo 72

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Rosario sabía que su hijo estaba hablando con Tomás, pero el niño se fue a la habitación a conversar, por lo que no pudo escuchar nada.

Tomás se había vuelto un verdadero padre para Rodrigo, se preocupaba de sus cosas físicas y emocionales, incluso, pese a que no lo necesitaba, le enviaba dinero mensualmente, dinero que ella depositaba en una cuenta a nombre del niño.

Cuando él bajó las escaleras para ir a la cocina por agua, ella le preguntó por Tomás.

―Bien, dice que ya está en Santiago, que te va a llamar para saber cuándo puede venir o yo ir a verlo.

―¿Qué quieres tú?

―Yo quiero verlo, no me importa si es aquí o allá.

―Bueno, cuando hable con él, le preguntaré qué se le hace más cómodo. Igual ir a encerrarse en Santiago en este tiempo...

―¿Quieres que venga?

La mujer se quedó callada.

―Mamá, ¿por qué siempre le haces caso a la abuela? A veces tú estás bien y quieres volver con Tomás y llega la abuela y tú cambias, hasta conmigo... ¿Sabes qué pienso? Que ella no te hace bien.

Rosario miró a su hijo con cara de espanto, jamás se imaginó que su hijo dijera algo así, mucho menos que se diera cuenta de lo que ocurría, pues la psicóloga que la trataba por el juzgado también se lo había mencionado, incluso ese mismo día le había dicho que, no porque algunas personas tóxicas son familiares, se les debe permitir que manejen nuestras vidas. Se lo había dicho por su madre, pues cada vez que hablaba de ella, sus facciones cambiaban y cuando tenían la cita cercana a una visita de la madre, ella llegaba con otra actitud. Se dio cuenta de que quizá su hermana tenía razón en no querer volver a ver a su madre y tal vez, ella debería hacer lo mismo.

―Mami... ¿Quieres que le pregunte a Tomás si quiere volver contigo?

―Hijo, dudo que Tomás quiera eso, además, eso es algo que debería hacer yo. ¿Sabes qué vamos a hacer? Le diré que venga y que esté unos días aquí con nosotros... contigo, y después se van a Santiago, así pueden ir a la playa, ir al interior, ¿te gusta la idea?

―Claro que sí me gusta. Gracias, mami.

El niño la abrazó y ella recibió ese abrazo con mucha emoción, después de su separación con Tomás, las cosas no habían ido bien entre ellos y a ella le estaba costando mucho recuperar la confianza de su hijo.

Ganesha esperó a que Luis despertara, según le dijeron, le habían hecho algunos tratamientos en la noche y la mañana, por lo que estaba cansado y no lo quería molestar.

―¿Ganesha? ―habló con algo de dificultad, ella estaba mirando por la ventana.

―Luis, Luis, por fin despiertas, ya me tenías preocupada, tú no eres de dormir mucho.

―A lo mejor tenía sueño acumulado ―respondió con una enorme sonrisa―. Ven aquí, ¿cómo están mis guerreras?

Ella se acercó, le dio un suave beso a ella en los labios y luego a su inexistente barriga.

―Todavía ni se nota, le dijo ella.

―¿Y eso qué? Mi niña está ahí y yo lo sé, eso me basta, ¿cierto, mi ganeshita?

―No sabemos si es niño o niña.

―Es niña, ya lo verás.

―¿Y si es hombre?

―No, será niña, pero si es hombre... Prepárate porque seremos tus guardianes.

―Loco... ―Ella lo volvió a besar.

―Loco tuyo. ―Otro beso―. Oye, ¿sabes cuándo me van a soltar?

―El doctor dijo que quizás en dos o tres días.

―¡Dos o tres días! ¿Y qué voy a hacer aquí todo ese tiempo?

―Obedecer para que vuelvas conmigo a la casa lo antes posible. En todo caso, no te preocupes, me quedaré contigo estas noches.

―Ah, no, eso sí que no, tú tienes que dormir en una cama, como corresponde, estás embarazada, no puedes dormir aquí en un sillón.

―Cristóbal ya arregló todo, traerán otra camilla para mí.

―Ah, por ahí sí me gustó, porque en el sillón, eso sí que no.

―Ninguno me dejaría dormir en el sillón, andan todos pendientes de mí, como si me fuera a romper.

―Tienes a nuestro hijo y hay que cuidarlo, ¿te das cuenta de que yo soy el primero en el grupo que tendrá un hijo? Y con la primera mujer del grupo. Eso no es cualquier cosa.

―Sí, ya me di cuenta ―replicó ella, feliz de haber encontrado amigos como aquellos, sabía que ella y su hijo estarían bien cuidados siempre, incluso si ella o Luis faltaran, aunque no quería pensar en ello, lo hacía, pues de no ser por su amigo, ella habría terminado muy mal en la calle.

―Ganesha... Quiero pedirte algo. Lo había pensado hace mucho, pero no me atrevía, ahora que esperas un hijo mío y que estoy seguro de que seguirás siendo mía por mucho tiempo y espero que por todo el tiempo que nos quede... ¿Te casarías conmigo?

―¡Luis! ¿Me estás pidiendo matrimonio?

―Sí ―contestó con timidez―. ¿Quieres? Yo no quiero presionarte, yo...

Ella lo interrumpió con un beso.

―Sí, claro que quiero ser tu esposa y formar una familia contigo.

Él sonrió feliz.

―Pero dime algo. ―Se puso ―. ¿Seguiremos trabajando en esto? ¿Para Cristóbal?

―No. No. Yo hablé con él, volveré a mi antiguo ―puesto de oficina, haré trabajo logístico, además, ya no hay peligro, no me necesitará como escolta, tiene a otros muy buenos que le servirán para apartar a los reporteros. Y tú... Tienes que decidir, si quieres que te dé algún trabajo de oficina o te quedas como profesora de Daniela, lo has hecho muy bien hasta ahora.

―Pero ella crecerá y ya no podré ayudarla.

―Pero le sigue David. Además, tu fuerte son los idiomas, él quiere que te dediques a eso, porque ahora que ya no hay peligro, la niña volverá al colegio.

―Yo no quiero ser una carga o que me den un puesto ficticio por lástima.

―Créeme que no lo hace por lástima. También puedes trabajar en alguna de las oficinas, como traductora, me dijo que vieras tú lo que querías, pero, que si fuera por él, no te apartaras de sus hijos, los dos te quieren mucho.

―Yo también los aprendí a querer, son maravillosos.

―¿Entonces?

―Sí, me quedo con los niños, ya cuando crezcan y no me necesiten, veremos qué hacer, ¿no?

―Esa es mi mujer, siempre dándole para adelante.

Un nuevo beso de la pareja.

―Nunca pensé que encontraría el amor en esta profesión ―le confesó ella.

―Y yo nunca pensé que encontraría el amor ―respondió él. 

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora