Capítulo 54

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Gus esperaba paciente a Evelyn, habían quedado de juntarse en ese café para hablar de lo sucedido. Miró a su alrededor con cautela, siempre que estaba en un lugar público hacía lo mismo, con desconocidos siguiéndolos, no podía arriesgarse a que lo pillaran desprevenido, mucho menos con Evelyn allí.

―Hola ―lo saludó ella al llegar.

―Hola, ¿cómo estás?

―Ya debes saberlo, Nico no ha dejado de seguirme a donde voy.

―Es para tu protección, sabes que las cosas no están normales, todavía no logramos saber quiénes nos siguen, ni por qué

―¿Te das cuenta de que tu trabajo nos pone en peligro? Sin embargo, soy yo la mala, soy yo la intransigente.

―Evelyn, sabes que yo no te pondría en peligro.

―Pero lo estamos, lo quieras o no.

―¿Qué quieres decir?

―Quiero decir que tú te enojas con mi trabajo y resulta que a ti no te afecta lo que yo haga o deje de hacer.

―A mí no me molesta tu trabajo, al contrario, estoy orgulloso de lo que has logrado, eres una mujer y empresaria increíble, lo que no me parece es que no pareces disfrutarlo, parece que estuvieras en una continua competencia conmigo y yo no quiero competir, mucho menos contigo.

―No quiero competir contigo.

―Pues eso parece. En todo caso, yo pensé que ya era tema superado, pero creo que no es así, a no ser que haya otra cosa que no me quieras decir.

―¿Qué crees que no te quiero decir?

―No lo sé, si lo supiera, te lo diría, te enfrentaría con esa verdad que no me quieres contar.

―Estás muy seguro de que te escondo algo.

―Te conozco, Evelyn Samaniego, además, recuerda que sé cuando una persona miente, nunca he querido usar mi conocimiento contigo, eres mi pareja, mi mujer, no un caso, pero a veces me desconciertas y no puedo entender lo que te pasa. Algo me ocultas, lo sé, pero no logro descifrar de qué se trata.

―No hay nada que tengas que saber.

―Sí, hay algo que me interesa saber más que cualquier cosa.

―¿Qué cosa?

―¿Terminamos?

―¿Quieres terminar?

―Sabes que no, ¿y tú?

―No ―aceptó ella―, pero no sé cómo podemos seguir después de tantos problemas y tantas cosas dichas, yo sé que no me he comportado del mejor modo, pero también he tenido que sufrir tus desplantes, tu aire de superioridad...

―¿Aires de superioridad?

―Sí, tu puedes hacer que parezca una loca histérica, con tu calma y tranquilidad, haciéndome ver siempre como la culpable de todos nuestros problemas, como si yo fuera la única responsable de lo que nos pasa.

―Yo nunca te he culpado, tampoco creo que seas la única responsable, somos una pareja, el problema es de a dos.

―Sí, eso lo dices en voz alta, pero sé que en el fondo piensas que así es.

―¿Qué puedo decir? Diga lo que diga, no te haré cambiar de pensamiento.

―Además, estás molesto por el tema de los hijos.

―Ese ni siquiera es tema para mí, lo sabes.

―No, porque te veo como miras a Eloísa y a David, lo fuiste a visitar al hospital, estabas muy preocupado por él, sin contar cómo ves a los niños cuando pasan por tu lado.

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora