―¿Cómo es eso posible? ―inquirió Esteban a su amigo, quien lo había llamado diciendo que estaba en su oficina y que necesitaba a alguien con quien hablar.
Cuando se encontraron, a duras penas Cristóbal le pudo contar que Verónica seguía viva.
―No lo sé, se suponía que se había muerto. Klaus me dijo que...
―Klaus te engañó.
―Obviamente. Lo que no entiendo es por qué, ¿por qué no me dijo que seguía viva?
―Klaus es un hombre muy retorcido.
―Sí, nadie en su sano juicio se inventaría una mentira así.
―¿Qué explicación te dio?
―Nada, no alcanzamos a hablar. Él... Él mencionó que Nicole está embarazada y ahí apareció Verónica. Me saludó con una frialdad impresionante, Esteban, parecía sacada de película de terror; cuando confirmó que había escuchado bien, que Nicole sí está embarazada.... Esteban, se volvió loca. Yo creo que una camisa de fuerza no habría sido suficiente. Klaus la contuvo apenas con sus hombres y me echó. Me dijo que después hablaríamos, que él me buscaría. O algo así, los gritos de Verónica no me dejaban escuchar.
―O sea, sigue tan loca como antes.
―Peor, diría yo.
―¿Qué vamos a hacer?
―Me voy a ir de aquí, me voy a llevar a mi familia lejos de Santiago.
―¿A dónde?
―Al norte, no sé, no quiero quedarme aquí si Verónica está en esta ciudad y menos si quiere terminar con su cometido.
―¿No crees que te pueda seguir?
―Si lo hace, la mato. Pediré una orden de alejamiento y si la veo allá...
―Cálmate, Cristóbal, no creo que la violencia sea el mejor camino.
―Es que no hay otro. ¿No te das cuenta? Quiso matarme y, por hacerlo, casi te mata a ti y, no conforme con eso, quiso terminar el trabajo, si no es por Nicole, quizás estaríamos todos muertos. ¿Y nuestros hijos? No, Esteban, no me pidas que siga el camino de la paz y la buena voluntad si ellos no la han tenido conmigo.
Te entiendo, amigo, pareciera que nunca vamos a lograr la ansiada paz.
―Es difícil en estas circunstancias.
―Muy difícil. Al menos ahora estás con Nicole y un hijo siempre es una bendición para las familias, quizás él venga con la marraqueta debajo del brazo.
―Y tú estás con Rosmeiry. ―Cristóbal sonrió―. Parece que va a explotar en cualquier momento.
―Sí, yo creo que se adelantará nuestra pequeña.
―O son dos ―bromeó el amigo.
―No lo creo, la ecografía los hubiera mostrado.
―Sí, es cierto, aunque nunca se sabe.
Se hizo silencio en la oficina. Esteban sonrió imaginándose a dos bebés en su casa.
―¿Eres feliz, Esteban?
―En este preciso momento, te diría que sí. A pesar de la pérdida de mi madre, que todavía me duele; de la culpa por el daño que hice; de la inquietud que siento por el regreso de Verónica y Klaus... Sí. Al menos estoy tranquilo de alma. En paz. Eso es lo más parecido a la felicidad para mí, algo que nunca había sentido: paz interior. Y tú, ¿eres feliz?
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Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)
RomanceLas cosas en las familias Medero y Arriagada se supone que están bien. Después de que Verónica muriera a causa del disparo de Nicole y de que Esteban se recuperara milagrosamente, esperan que las cosas marchen bien, el problema es que con Klaus en e...