Capítulo 27

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Cristóbal se despertó sobresaltado con el pitido agudo de una de las máquinas a la que estaba conectada Nicole. Se levantó del sillón en el que estaba sentado y se acercó con celeridad a su mujer que estaba con los ojos cerrados y no reaccionaba. En pocos segundos, la sala se llenó de enfermeras y a él lo sacaron de allí.

―¿Qué pasa? ―preguntó el hombre desesperado.

―Tranquilo, espere aquí ―le dijo una enfermera en el pasillo.

―¿Qué pasa? ―insistió.

―La van a atender y verán lo que ocurre, usted no se preocupe.

‹‹¿Cómo me piden que no me preocupe?››, protestó en su mente, no era momento de que lo atendieran a él, su mujer era la prioridad. ‹‹Por favor, linda, no se te ocurra dejarme solo››, rogó con lágrimas en los ojos.

En un tiempo que le pareció eterno, médicos y enfermeros atendieron a Nicole. De pronto, la puerta se abrió con brusquedad y se la llevaron en una camilla.

―¿Qué pasó? ¿Dónde se la llevan? ―interrogó a un auxiliar.

―El doctor hablará con usted después, la doctora Barrios viene en camino.

―¿Le avisaron a Londra?

―Sí, ya le dije que viene en camino, debe estar por llegar.

―¿Está muy mal?

El hombre tragó saliva.

―Sí, lo siento, no saben si sobreviva, la llevan a pabellón para hacerle una cesárea de urgencia, pero la prioridad es la madre.

Cristóbal se quedó de piedra. ¿Su mujer estaba en peligro? ¿Sacarían a su hijo de urgencia? Cuando reaccionó corrió hacia donde se habían llevado a su esposa y vio cómo entraban muchos profesionales con trajes de distintos colores: rojos, verdes, de colores, celestes, azules, perdió la cuenta; una incubadora...

―Por favor, Eloísa, Miguel, ustedes están con mis hijos, por favor, cuiden a este y a Nicole, no permitan que los pierda a ellos también ―rezó sin saber muy bien cómo―. Yo sé que ustedes están aquí con nosotros, por favor, intercedan para que se salven.

―¡Cristóbal! ―exclamó Londra acercándose a él.

―Londra, es Nicole.

―Sí, ya me informaron, voy a verla, no pude llegar antes porque estaba en un parto. Lo siento.

―Dijeron que no sabían si se salvaba.

―Ten fe, es lo único que puedes hacer en este momento, rézale a quien creas, de verdad necesitamos un milagro. Mi esposo la está atendiendo y sí me dijo que tenía pocas posibilidades, pero, aunque sea una, a esa nos aferraremos.

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora