Capítulo 50

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Cristóbal se sentó en la mesa frente a su mujer, se habían dado una noche libre y la había invitado a un lujoso restaurant.

―Bien, ¿me vas a decir lo que pasa? ―le preguntó Nicole.

―¿Tendría que pasar algo?

―Has andado algo tenso estos días.

―Sí, lo que pasa es que quiero hacerte una pregunta, pero quiero que me la contestes con toda sinceridad.

―Claro, dime.

―Yo sé que no te gusta vivir aquí y, aunque llevamos varios meses viviendo en esta ciudad, quiero saber si tú estás dispuesta a quedarte aquí o prefieres irte a otra ciudad o país.

Nicole se quedó en silencio, meditando en las palabras de su esposo.

―¿Linda?

―Al único lugar al que me iría es a Santiago, tú sabes, pero no podemos volver ahí, así que si es por elegir, prefiero quedarme aquí, aunque claro, si alguna vez se pasara el peligro...

―Volverías a Santiago.

Ella guardó silencio.

―¿Linda?

―Tú sabes que es lo que quisiera, solo que no sé, volver allá sería con la seguridad de que no hay ningún tipo de peligro.

―Ya quisiera poder asegurarte que todo acabará pronto.

―Por lo mismo, será mejor que nos quedemos aquí. Dime lo que quieres decirme.

―Lo que pasa es que tengo que hacer un edificio corporativo, tomé un contrato con una de las mineras más grandes de aquí, pero me exigen un edificio, no sé si arrendar, comprar o construir uno.

―Tienes que analizar las opciones. Sabes que así es como funciona.

―Esperaba que tú me ayudaras en eso.

―Ah, entonces esta es una cena de negocios ―reprochó divertida.

―¡Claro que no! Yo no iba a...

Ella tomó su mano.

―No pasa nada, estoy bromeando. Si quieres, mañana vemos qué es lo que te conviene. Además, tal vez pueda beneficiarme de esto, pues igual necesitaré una oficina, quiero volver a trabajar.

―¿De verdad?

―Sí, pero esperaré al próximo año, quizá, después de vacaciones, quiero disfrutar el verano con los niños, con ustedes, si trabajamos los dos a la vez no tendremos mucho tiempo para estar juntos.

―Me gusta verte así, me gusta que estés volviendo a ser la que eras.

―Cada vez me siento mejor.

―Entonces hablaré con José Miguel Cedeño.

―¿Está aquí?

―Él se vino hace tiempo, ahora maneja todo desde aquí, sus hermanos se ocupan de las oficinas en la capital.

―No tenía idea.

―Yo tampoco, me enteré hace unos días, por eso quiero saber qué va a pasar, porque si quieres volver, nos volvemos.

―Mientras Verónica esté viva, no pienso volver a Santiago, no quiero encontrarme con esa mujer nunca más.

―Y no lo harás. Nos quedaremos aquí y ella no podrá encontrarnos ―aseguró Cristóbal.

La pareja se levantó un poco y se dio un suave y corto beso, con ganas de más, se miraron y sonrieron, con la expectativa de lo que vendría después de la cena.

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora