Capítulo 29

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Rosmeiry esperaba a Esteban algo impaciente, se había ido a la clínica al mediodía y no había vuelto, solo llamó cerca de las seis para avisar que tardaría todavía un poco más en regresar y ya daban más de las nueve.

―Señora, ¿quiere que le sirva la comida?

―Sí, seguro Esteban cenará fuera ―respondió enojada.

La empleada salió sin hacer comentario alguno. La dueña de casa, en tanto, se levantó y se dirigió al comedor, donde estaba todo preparado.

Una llamada entrante impidió que se sentara, contestó y se alejó un poco para hablar mientras le servían la comida.

―¿Quién habla? ―preguntó―. ¿Por qué me llamas? ―Una larga pausa ocurrió mientras su interlocutor hablaba―. No me vuelvas a llamar, yo no quiero saber de ti, además, si Esteban se entera...

―¿De qué me tendría que enterar? ―preguntó el hombre parado justo detrás de su mujer.

El teléfono se le cayó de las manos y miró a su esposo con sorpresa.

―¿Con quién hablabas?

―Con nadie.

―No era nadie, Rosmeiry, habíamos quedado en que no habría mentiras entre nosotros.

Ella suspiró.

―Era mi hermano. No sé qué quiere ahora, yo no lo quiero ver ni quiero saber nada de él.

―¿Qué te dijo?

―Que quería verme. Yo no voy a viajar, mucho menos para verlo.

―Él está en Chile, ha rondado por aquí.

―¿Por qué no me lo dijiste?

―Porque Tomás se hizo cargo, tú estabas con el parto y no parece que tuvieran una buena relación los dos.

―Es cierto, no habría sido el mejor momento.

―¿Y por qué no querías que me enterara?

―Mi hermano... ―dudó―. Mi hermano no es de los trigos muy limpios y... Yo no quiero tener problemas, ni contigo, ni con él, ni con nadie; yo quiero vivir en paz con mi familia.

―Bueno, pero no me ocultes nada, ¿está bien? Las mentiras y omisiones nunca llevan a nada bueno.

―Lo siento, no quería ocultártelo, solo no quiero tener nada que ver con él.

―Y no lo tendrás si no lo quieres.

Esteban la besó con profundidad, necesitaba del apoyo de su mujer luego de estar casi todo el día en la clínica.

―¿Cómo está Nicole?

―Un poco mejor, ya lleva casi doce horas sin descompensarse y esperemos que siga así, las primeras veinticuatro horas son las más riesgosas, luego de eso, las esperanzas de vida suben considerablemente.

―Ojalá, ¿y el bebé?

―Estable dentro de su gravedad, con él hay que esperar más tiempo para dar un diagnóstico favorable, pero, según la doctora, él es muy fuerte y tiene enormes ganas de vivir.

―Eso es bueno, será un duro golpe si algo le pasara a cualquiera de los dos.

―Dudo que Cristóbal pueda superar que algo malo les pasara.

El matrimonio se abrazó en señal de apoyo mutuo. Esteban sintió que otra vez comenzaba la historia, solo que esta vez de un modo diferente y esperaba que esa misma diferencia les permitiera salir adelante.

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora