Capítulo 46

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Alejandro abordó a Tomás antes de entrar a trabajar. Habían pasado quince días desde su vuelta a Santiago.

―¿Pasa algo, Alejandro?

―Estoy algo preocupado por la señora Rosmeiry.

―¿Pasa algo con ella? ¿Está en peligro? ¿Se le han acercado los que nos siguen?

―No, no se trata de eso.

―¿Entonces?

―Usted sabe que ella está asistiendo al gimnasio, como encargado de su seguridad, soy el que la acompaña cada día...

―A ver, Alejandro, eso ya lo sé, soy tu jefe y soy quien los asigna; al punto.

―Creo que ella le es infiel a don Esteban.

―¿Infiel?

―Sí.

―¿Tienes pruebas para una acusación de ese calibre?

―No, pruebas físicas no.

―Sabes que debes tener pruebas para hacer una acusación así.

―Lo que pasa es que ella se cambió de gimnasio, dejó el que ustedes le asignaron.

―¿Por qué hizo eso? ¿Cuándo pasó eso? ¿Por qué no me lo dijiste? ―lo interrogó.

―Cuando volvimos de Antofagasta, ella se cambió de gimnasio, dijo que había hablado con don Esteban, yo no tenía motivos para desconfiar, me dijo que ya lo habían conversado.

―Sabes que debes decirme todo, independiente de lo que cualquiera de la casa te diga, todo tienes que decírmelo a mí, no importa si es una decisión ya tomada o no.

―Mi error. Lo asumo, yo sé que debí decírselo, pero ella sonó tan sincera que no creí que me hubiese mentido y al principio todo iba bien, pero luego, algo cambió, ella buscaba evadirme, la he visto escabullirse del gimnasio y he visto una relación muy cercana entre ella y su entrenador.

―Quieres decir que el amante es el entrenador.

―Eso creo.

―¿Sabes su nombre? ¿Lo investigaste?

―Sé su nombre.

―A ver, Alejandro, tú llegaste aquí recomendado como uno de los mejores hombres en el rubro, un escolta entrenado, un agente de seguridad con experiencia, no un simple guardia de supermercado y no es por desmerecer pues es un trabajo como cualquier otro, sin embargo, tú sabes que nuestro trabajo es logístico, no es andar por ahí disparando a diestra y siniestra, si no, todo lo contrario, evitar los enfrentamientos, anteponernos a las dificultades y evitar atentados, contrariedades y, por sobre todo, debemos estar atentos a cualquier situación que ponga en riesgo a nuestros asegurados y a su familia.

―Lo sé, es que no pensé que fuera relevante, yo sé que han dicho que están en algún tipo de peligro, pero yo no he visto nada hasta el momento fuera de lo normal, excepto esto, no creí que fuera importante hasta ahora, que creo que hay más un problema de infidelidad que de peligro real.

Tomás resopló molesto. Si no había visto que a Rosmeiry la seguían, era porque no se había fijado bien o estaba con los malos, por lo que decidió relevarlo del cuidado de la mujer y poner a otro en su lugar; en tanto, y mientras no estuviera seguro de que ese hombre no estaba en contra, lo mantendría vigilado; lo derivó al cuidado del perímetro de la casa junto a los demás.

El hombre no protestó por esa decisión, sabía que no actuó de buena manera, pero también comprendía que seguir trabajando para el empresario era un gran logro, por lo que esperaría el momento oportuno de demostrar sus capacidades, que se vieron opacadas y obnubiladas por el atractivo de su jefa.

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora