Capítulo 28

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A primera hora de la mañana, Ema y Scott llegaron a la clínica. Cristóbal no les quiso avisar de lo que había sucedido la noche anterior, no tenía sentido preocuparlos si no iban a poder ir a acompañarlo, de todas maneras, debían esperar a que amaneciera.

―¿Qué pasó?

―Nació mi hijo.

―¿Cómo está?

―En Neonatología, están atendiéndolo, me avisarán cuando pueda ir a hablar con el doctor.

―¿Y Nicole?

―Ella está en Cuidados intensivos, no la podían estabilizar, estaba descompensada.

―¿Y ahora?

―No sé. La doctora dice que debemos esperar unas horas a ver cómo sigue, las primeras veinticuatro horas son cruciales, pero que al menos no se había vuelto a descompensar... Claro que ha pasado poco más de una hora desde que me dio el diagnóstico.

―¿Por qué no nos llamaste?

―Porque no tenía caso, además, tuve la compañía de la recepcionista, me regaló un café y una conversación muy interesante.

―¿La recepcionista? ―preguntó Ema con suspicacia.

―No me mires así, nana, no es lo que piensas, era una niña, además, me habló de Dios y de las vibras, intentó darme ánimos.

―¿Y lo consiguió?

―Me dio paz. Eso sí.

El móvil de Cristóbal sonó con una llamada entrante.

―Londra.

―Puedes subir a Neo, puedes visitar a tu bebé.

―Gracias. Puedo ir a ver a mi bebé ―dijo emocionado y corrió a las escaleras, Neonatología estaba un piso más arriba. Ema y Scott lo siguieron.

―Solo podrás entrar un ratito, todavía está muy delicado y débil, pero háblale, cántale, seguramente te recuerda, conocerá tu voz ―le indicó Londra, que lo hizo pasar a lavarse las manos y colocarse un delantal antes de entrar a ver a su pequeño.

La imagen que vio Cristóbal lo impactó, era un ser tan pequeñito, rojo―morado, con sus ojitos tapados, lleno de agujas y vendas que en realidad eran parches curitas, que le quedaban enormes.

―Mete las manos por aquí, no hay mucho donde tocar, pero haz que te sienta.

―Hola, mi bebé.

El pequeño pataleó y Cristóbal lo pudo imaginar dentro del vientre de su mujer cuando pateaba, así lo hacía.

―Hola, mi niño, qué bello eres, te amo, tu mamá y yo te amamos y tu hermanita está ansiosa por verte y conocerte. Te amamos, hijo, te amamos y esperamos que pronto estés en casita. Tu abuela Ema y tu abuelo Scott están afuera esperándote. Tienes una familia que te ama, hijo, eres muy amado por todos nosotros.

El bebé siguió pateando.

―Se llena de motivos ―comentó la doctora―. En unos días puedes traer a su hermanita y ahora, si quieres, pueden pasar sus abuelos, mientras más contacto tenga con la gente que lo ama, más fácil se le hará salir de su estado.

―Los voy a buscar.

―No te preocupes, yo les aviso, de todos modos, antes de entrar deben hacer el ritual de limpieza, es muy importante, nunca se les debe olvidar.

―Por supuesto.

En pocos minutos, la pareja se encontraba frente a la incubadora, saludando y admirando al nuevo integrante de la familia. ¡Era tan pequeñito!

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora