Capítulo 39

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Evelyn se sentó en la solitaria mesa. Había tenido las últimas reuniones para abrir la nueva sucursal. Ya estaba cansada, llevaba tres semanas allí y extrañaba a Gus, pero no volvería sino hasta lograr su meta.

―Hola, ¿lista para irte? ―le preguntó Mirta, una de las mujeres con las que Evelyn se había reunido.

―Me voy pasado mañana, me quedó un pendiente, tengo que quedarme un día más.

―¿Y tu esposo?

―Ya lo veré.

―¿No le molesta estar tanto tiempo separados?

―No le gusta mucho, pero es lo que debo hacer.

―¿Debes?

Evelyn no contestó a la intrusión de la extraña.

―¿Me permites un consejo?

―¿Tengo opción?

―Por supuesto, por eso lo pregunto.

―Está bien, qué quiere decirme.

―El otro día estaba muy cerca de ti cuando te llamó tu esposo, sin querer escuché la conversación.

―¿Sin querer se quedó a escuchar?

―No, querida, yo estaba en el baño y tú estabas allí.

―Ah.

―Y bueno, escuché cuando discutías acerca de tu trabajo con él y la forma en la que lo tratabas...

―Él no entiende que yo debo trabajar, que mis cosas son tan importantes como las de él.

―¿No lo entiende? ¿No te apoya?

―Sí, lo hace, pero no como debería.

―¿Puedo preguntar por qué?

Evelyn suspiró.

―¿Lo amas? ―La joven no contestó, bajó la cabeza―. Entonces, cuál es el problema.

―No lo entendería.

―Ilústrame.

―Lo que pasa es que... Si usted lo conociera...

―¿Tan malo es?

Evelyn la miró con los ojos muy abiertos.

―¡No! Gus no es malo, al contrario, es un hombre maravilloso.

―¿Entonces?

Evelyn no contestó.

―No muchas se pueden jactar de tener a un maravilloso hombre a su lado, tú puedes y lo haces, dime, ¿cuál es el problema?

Otra vez silencio.

―Escucha, tú eres muy joven y es normal sobrerreaccionar ante las cosas sin importancia, pero ¿te digo algo? No juegues con fuego porque te puedes quemar. Tú dices que es maravilloso, lo amas, él es muy importante para ti, sin embargo, estás aquí, innecesariamente, lo que te queda por hacer lo puede hacer cualquiera de nosotros, lo que has hecho esta semana, lo pudo hacer Anita, yo, cualquiera, pero decidiste quedarte, ¿no quieres estar con él?

Evelyn miró a la mujer con los ojos aguados.

―Si lo conociera, me entendería.

―No lo conozco, dime lo que no sé.

―Él es un hombre como pocos. Es guapo, maravilloso, es guardaespaldas, ¿sabe?, y tiene todas las cualidades de alguien que trabaja no solo con su cuerpo, también con su mente, es dulce y fuerte, es sereno, jamás pierde la calma, con él me siento segura, sé que, pase lo que pase, jamás me pondría una mano encima, me ama, estoy segura de eso... ―El llanto no la dejó continuar.

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora