Capítulo 31

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Los días que siguieron resultaron ser más duros de lo que pensaron Nicole y Cristóbal, pues dos semanas más tarde, la doctora habló con ellos y les informó que el estado de su pequeño no era el mejor, pues no estaba respondiendo al tratamiento, los medicamentos no estaban teniendo el efecto deseado y solo quedaba un último recurso, habían solicitado una nueva medicina a Estados Unidos y que esa misma noche llegaría, pero que no era segura su recuperación, que quedaran atentos al teléfono, que pasaran a verlo y se despidieran... Nicole contuvo el llanto con gran dificultad, Cristóbal dejó caer un par de lágrimas. Entraron a la sala y en su incubadora, David parecía cansado, sin fuerzas ni ganas de seguir luchando.

―Mi amor ―le habló Nicole―, yo sé lo difícil que es luchar cuando no quedan fuerzas y quisiera que te quedaras con nosotros, pero si no puedes más, está bien, mi bebé, no quiero que sufras más de la cuenta. Te amo, te amamos, no lo olvides nunca, nunca.

―Tu mami tiene razón, mi niño, eres tan pequeño para luchar con algo tan grande, te amamos, siempre te amaremos, eres muy valiente. Gracias por darnos la oportunidad de conocerte. Te amo, mi niño, ojalá tengas la fuerza para luchar un poco más.

Ambos padres se fueron desolados a casa, hubiesen deseado quedarse, sin embargo, Nicole debía descansar y esperar en la clínica no les haría ningún bien a ninguno de los tres. Además, debían preparar a Daniela para lo peor. Ella era la que más sufría con que su hermanito se encontrara en ese estado, creía que era su culpa que sus hermanitos no pudieran vivir bien.

No hubo llamada, estuvieron pendientes toda la noche y eso les tranquilizó, algo. A primera hora de la mañana partieron a ver a su hijo, querían asegurarse de que estuviera bien.

―Pasen, su hijo los está esperando ―les dijo una matrona con la sonrisa en la cara.

La pareja se miró confundida. Se hicieron la limpieza previa y llegaron a la incubadora, su hijo se movía y quería sacarse una curita que tenía en la nariz.

―Está muy bien, reaccionó bien el medicamento y hasta tomó lechecita.

―Eso quiere decir... ―comenzó a decir Cristóbal sin terminar la oración.

―Que hay muchas posibilidades de que salga adelante. No podemos cantar victoria, pero este pequeño ha dado un gran paso a su recuperación.

Los felices padres se abrazaron y Nicole dejó salir su llanto.

―Hey, linda, no lloraste ayer que las noticias eran malas ¿y lloras hoy?

―Es que ayer habría llorado de pena, de miedo, de dolor y yo no quiero transmitirle eso a mi bebé, ahora, en cambio, estoy llorando de felicidad y eso sí quiero que lo viva con todo.

―Eres la mejor madre que conozco, te amo, te amo ―aseguró Cristóbal―. Y nuestro bebé heredó tu fortaleza, estoy seguro de que saldrá adelante, igual que tú. Eres el niño más fuerte que he conocido ―le habló a su bebé, Cristóbal dejó una de sus manos en la espalda de su mujer y la otra la introdujo en la incubadora para acariciar a su bebé y cantarle una canción. La matrona los dejó solos, necesitaban un tiempo a solas con su hijo.

De pronto, el pequeño se puso a llorar, era un llanto muy bajito, pero muy enojado. La matrona llegó hasta allí.

―No le gustó tu canción ―bromeó Nicole.

―Este niño ya está bien, tiene hambre.

La mujer conectó la sonda a una bolsita de alimentación y el contenido comenzó a bajar.

―Miren cómo come, está hambriento.

―¿Él lo succiona?

―Sí, él está comiendo. Si sigue así, pronto va a poder salir de aquí.

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora