45.

1.2K 189 14
                                    

Christian sabía que en algún momento debía levantarse y hacerle frente al mundo y al día. Solamente que no se veía capaz con Connor en su presencia.

Se había acostumbrado a que el moreno no pasara demasiado tiempo con él, y tenerlo ahora, era un tanto confuso. No se sentía precisamente cómodo.

Podía oír a Connor canturrear mientras hacía el desayuno en la cocina. 

Miró el techo pensando.

No podía pasarse toda el día hasta que se fuera Connor escondiéndose en esa habitación.

Ni tampoco del mundo.

Una voz en su cabeza resonó de nuevo.

Él lo sabía.

Él no podía quedarse toda la vida siendo el sucio secreto de Connor en un departamento alejado de toda la ciudad y de todos.

Él esperaba más...Él quería más...Él se merecía más. Él quería vivir y si dejó la iglesia por elegir el estar encerrado en aquellas paredes solo, definitivamente se había equivocado.

Se levantó, fue al baño a asearse y respiró hondo antes de salir de la habitación y dirigirse hacia Connor para hacerle frente.

No pudo negar que se sintió nervioso. Una cosa es que se estuviera haciendo común el no ver alrededor a Connor, pero otra cosa era el hecho de que él seguía teniendo sentimientos hacia el moreno.

Sin embargo, no se suponía que se sintiera tenso e incómodo al verlo de nuevo, cuando en definitiva él debía sentirse ansioso, emocionado y enamorado. Era más que claro que las cosas estaban cambiando.

Cuando sus ojos se cruzaron Christian no supo qué decir.

Y le asustó.

¿Qué estaba ocurriendo?

Christian debería estar corriendo a abrazarlo y besarlo. No obstante... no lo estaba haciendo. Se encontraba muy quieto mirando a Connor. No salía la intención de llenarlo de besos y de amor.

No había nada.

—Amor.—Saludó Connor con una linda sonrisa.—Buenos días.

Christian caminó cerca y se sentó en la mesa.

—Buenos días.

Christian fue incapaz de seguir mirándolo y observó la mesa repleta con el desayuno que Connor estaba haciendo.

—¿Cómo has estado?—Connor se sentó enfrente.

Christian le sonrió levemente.

—Bien, ¿y tú?

Connor apretó los labios.

—Un poco cansado.—Respondió.

Christian no dijo más.

El silencio llenó la sala y la incomodidad se estaba volviendo aplastante con cada Segundo.

—Christian.—Habló Connor pero el recién llamado siguió sin responder.—¿Seguro que estás bien? Te siento diferente.

Christian tomó del café de la taza.

—Increíble que ahora te preocupe.—Soltó dejando salir una pequeña risa irónica entre dientes.

No somos pecadores (2.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora