No somos pecadores (2.5)

63.

Tal vez Connor estaba siguiendo las indicaciones correctamente, o tal vez estaba siendo demasiado exagerado durante los últimos seis meses. Christian estaba en ese dilema, no sabía si era él, quien no seguía las normas, o era Connor que estaba siendo muy intenso.

Connor no le dejaba moverse más de lo necesario, si iba al baño tenía que ser con él acompañándole o con una jodida silla de ruedas. Para empezar; ¿de dónde había sacado una silla de ruedas?

—Amor...—Christian lo observó mientras Connor le levantaba las piernas para acomodarlas en el sillón.—Creo que estás exagerando.

Los ojos verdes de Connor lo miraron mal.

—Es así como debe ser. Debes hacer el esfuerzo mínimo y sobre todo ahora que tu barriga está grande.—Él le acomodó un cojín detrás de la cabeza.—Si necesitas algo dímelo.

Christian rodó los ojos.

Al inicio había muchas reglas, pero conforme iba pasando el tiempo y su vientre se abultaba más, Connor empezó a ser más exigente y controlador con los cuidados.

—Deberías encargarte de la apertura del internado.—Él le recordó.

Connor se quedó en silencio, como si estuviera recordando cómo iba el proceso.

El moreno se había propuesto reformar todas las instituciones para darles un toque más moderno, más limpio y menos tétrico. Sin contar que había construido nuevos centros solo de uso escolar, no internados. Era un proyecto grande pero posible. Las intenciones, el don de gente y el dinero de Connor lo hacía posible.

—Dejé a Josh a cargo.—Señaló.

—Oh, y confías en él.—Christian soltó con condescendencia.

Connor soltó una pequeña risa mientras le daba un beso en la frente.

—Su ambición es genuina. No es retorcida como la de mi padre y el tuyo.—Se encogió de hombros.

—Si tú lo dices...Te recuerdo que durante años manipuló a tu mejor amigo y hasta ahora sigue intentando llamar su atención.

Connor se sentó a su lado y lo abrazó.

—¿Y lo ha conseguido?—Preguntó, sabiendo la respuesta.

—No.

—Entonces sigue siendo algo platónico.

—Es más bien algo enfermizo.—Christian hizo una mueca.

—Si te soy sincero, yo creo que sí es amor, simplemente él prefiere mostrar su afecto de esa manera tan rara...Si tan solo hiciera las cosas bien sería diferente.—Connor frunció el ceño.—Supongo que no sabe amar correctamente, lo intenta.

Christian levantó su mirada azul hacia su marido.

—¿Te parece bien que alguien como Josh ame a tu mejor amigo?

—Claro que no. Pero, son adultos, han vivido muchas cosas, y sobre todo juntos. Supongo que ellos podrán arreglárselas...Supongo.

Christian asintió.

—Espero que así sea. ¿Cuándo viene Viktor?

Connor se inclinó para apoyarse en la barriga y sentir al bebé. El bebé era muy tranquilo, apenas se movía y cuando lo hacía era tan maravilloso que Connor y Christian se emocionaban por una semana.

—Dentro de dos días, tenía que hacer algo en Bristol.—Respondió.

—Hmm...¿Cómo va Liam?—El rubio le acarició el cabello.

—Mmm...No sé, creo que dijo que tenía que ir a ver cómo iba la reforma de su casa. Está planeando tener hijos pronto.

Christian se rio entre dientes.

—¡Me recuerda a alguien!

—¡Eh! ¿por qué lo dices?

—Te recuerdo que no es necesario tener una mansión enorme con diferentes alas en las que puedas estar días sin cruzarte con alguien...Las personas pueden formar una familiar en un departamento de dos habitaciones.

Connor lo miró confundido.

—¿Por qué seríamos nosotros dos esa clase de familia?

—Cierto. Señor adinerado.

—Te recuerdo que todo lo mío es tuyo también.—Él levantó su mano y enseñó su anillo con orgullo.—Estamos casados, señor Worren.

La sonrisa de Christian se hizo más amplia.

—No me importa su dinero, señor Worren.

—Son facilidades.

—Sí, pero eso no hizo que me enamorara de ti.

—¿Y qué sí lo hizo?

—¿Por qué te lo diría? Me lo guardo egoístamente para mí.

Tal vez fue sus ojos verdes amables, o su sonrisa prepotente o la manera maleducada que tenía cuando le presentaban. No lo sabía. Christian no podía elegir un solo motivo para justificar su amor. Él tenía una lista interminable de por qué lo amaba tanto. Maldición, él volvería a vivir la misma vida y de la misma manera si eso significaba llegar a este punto.

—Eso no es justo.

—¿Sabes lo que no es justo? Que apenas me pueda mover.

—¿Qué necesidad tienes de hacerlo?—Connor le acarició la barriga.—Quedémonos los tres así.

—Cariño...—El tono de Chris fue suave.—Quiero ir a ver al Padre...Uh...Quiero decir, a mi padre.—Él se aclaró la garganta y frunció el ceño, aún incómodo por ese término.

No había sido fácil procesar esa información. ¿Cómo podía hacerlo? Se había enterado de que el hombre a quien respetaba, admiraba y temía, era su padre. Al principio no supo cómo debía reaccionar, pues toda su vida había pensando que no había tenido a nadie, nadie de relación sanguínea, y luego resultó que el hombre que siempre había estado a su lado era su verdadero padre.

Un señor mentiroso, retorcido, y sádico. Sí, eso era. Sin embargo, él se las había apañado para mantener a su hijo cerca. Tal vez no fue la mejor decisión ni la mejor acción como padre, pero lo intentó, ¿no? No lo abandonó, siempre estuvo ahí, aunque le hubiera mentido con que había sido abandonado en la entrada y él se había hecho cargo de él.

Christian sonrió, le hacía un poco de gracia. Nunca entendería a la gente que hacía cosas horribles para obtener más dinero, ¿qué ganaban con eso? El Padre Philip estaba en la cárcel y David Worren había muerto en un accidente aéreo intentando huir. ¿No eran consciente que la ambición y la avaricia llevaban a caminos oscuros y con finales terribles? Parecía que no habían visto ninguna película de acción en su vida.

—¿Por qué?

Christian suspiró.

—Él también fue toda mi vida, cariño.—Empezó.—Y es mi padre, me gustaría que supiera que va a ser abuelo.

—Cariño, no quiero que te decepciones o...—Connor se incorporó, su mirada estaba cargada de preocupacion.—El doctor dijo que nada de emociones fuertes.

—Solo será una visita.—Christian le aseguró.—Solo me despediré de él.

Connor asintió, muy poco confiado.

—Bien...