—Espera aquí un momento.—Dijo Connor saliendo del coche sin decir nada más.
Christian lo miró dirigirse a una tienda de ropa.
¿Qué hacía?
Christian esperó, como le había dicho, hasta que el moreno salió con una bolsa escondiéndola en su chaqueta.
—¿Puedo preguntar qué haces?
Connor silbó.
—Debemos encontrar un punto ciego.—Comentó ignorando su pregunta mirando hacia los cables de luz de las calles. Arrancó el coche.
—¿Puntos ciegos?—Christian seguía igual de perdido.
Connor asintió.
—Mi padre cuando necesita información accede a las cámaras de la ciudad.
Christian frunció el ceño.
—Eso es ilegal.
Connor soltó una risa sardónica.
—Cuando te cuente todo lo que hace mi padre, eso te parecerá muy Dulce de su parte.
Christian empezó a cuestionarse qué tan retorcido era el señor Worren.
¿Por eso Connor no quería irse hace dos años con él? ¿Por eso, según el moreno, no tenía a nadie?
Christian se sintió mal. Él había permitido que Connor viviera al lado de un hombre que parecía de todo menos un padre amoroso y decente.
—Como sea.—Dijo Connor.—Debemos hacer varias paradas a distintas tiendas. Esta vez vas tú.
Christian lo miró extrañado.
—Ponte este gorro, bufanda y guantes.—Sacó de la bolsa lo nombrado.—Y esta chaqueta. Los de la tienda no te reconocerán cubierto.
Christian rio mirando a Connor.
—No. No me reconocerán.—Dio la razón.—Pero me mirarán sospechando. Será obvio que intento que no se den cuenta de mi apariencia.
Connor asintió.
—Cierto.—Estuvo unos segundos en silencio.—De todos modos hay que hacer varias paradas en diferentes tiendas para que mi padre pierda el tiempo cuando nos busque. Tú entra a la tienda solo con la bufanda. Hace frío.
Christian asintió colocándosela.
—¿Qué compro?
Connor sacudió la cabeza.
—No importa.—Le arregló la bufanda.—Lo que quieras pero compra un gorro, una bufanda y guantes.
Christian lo pensó unos momentos.
Ya iba entendiendo.
Un poco.
—Bien.
—Yo voy a dar una vuelta hasta eso. Tengo que localizar los puntos ciegos.
—¿Cómo los sabrás?
Connor le sonrió divertido.
—A veces miraba las cámaras que mi padre tenía alrededor de la ciudad y me aprendí varias.—Miró por la ventana.—Este barrio creo que me lo sé. Solo debo recordar bien el recorrido y reconocer las calles.
Christian asintió.
—Además,—siguió.—aprendí a saber cómo encontrar un punto ciego.—Comentó.—En mi casa hay cámaras también.
Christian lo miró sorprendido.
—¿Y tu privacidad?
Connor ahí le señaló.

ESTÁS LEYENDO
No somos pecadores (2.5)
Teen FictionHistoria de Connor Esta historia no influye en absoluto con las anteriores ("Besos indecentes" y "Juguemos a ser heteros"). Es una historia aparte. +Embarazo masculino #1 en amorgay 19/08/21