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—¡Viene alguien, Christian!—Viktor murmuró y se acercó al rubio.

Christian le hizo la señal de que se agachase junto a él.

El joven parecía estar temblando de miedo.

—No voy a permitir que te pase nada.—Trató de calmarlo.—No tengas miedo.

Christian lo abrazó.

Viktor se hizo pequeño y cerró los ojos.

Christian se sintió mal. ¿Qué habrá que tenido que vivir el chico para estar en tal estado?

La puerta crujió y Christian se puso alerta.

—Buscadlos. Estarán vagueando con los niños.—La voz de una mujer habló.–Ahora salid.

La voz de ella sonó asqueada.

Viktor miró alarmado a Christian.

Connor le había comentado y mostrado qué debía hacer. Requeriría a ello como último recurso.

—Malditos hombres.—Dijo para sí misma.

Se escuchó el sonido de un armario.

Christian soltó a Viktor y trató de echar un vistazo. Ella estaba de espalda.

Era evidente que se sentaría en su silla de escritorio, así que debería hacerlo.

Christian se movió con sigilo y trató de acercarse a ella en silencio.

Sacó la pequeña navaja que llevaba en su bolsillo y la agarró por detrás. Ella soltó un leve jadeo que fue amortiguado por la mano de Christian.

—Tranquila.—Dijo él en bajo.—Quédate así y no te ocurrirá nada.

Christian prefería que le hicieran algo a él a que fuera él quien lastimara pero esa amenaza no le haría daño a nadie. Además, estas personas hacían cosas peores. Si Christian ponía una cuchilla en el cuello de alguien, no se podría comparar en nada a ellos.

Viktor salió y se acercó a ellos.

Él la miró atemorizado y no dijo nada.

Christian se preguntó cual era la mirada de la mujer.

—Pon seguro.—Dijo Christian y Viktor obedeció.

Christian caminó hacia La silla y la sentó. Utilizó prendas para taparle los ojos y luego para atarle las manos.

Una vez que parecía todo seguro, aunque Christian seguía dudoso, se puso a analizar la situación.

—El plan ha cambiado.—Christian se pasó la mano por el cabello.

Adiós a fingir ser un huérfano que quería trabajar en aquel burdel.

—¿Qué hacemos ahora?—Viktor observó a Christian.

—No lo sé. Esto no estaba en mis planes.

Definitivamente no estaban hechos para esto.

De pronto, una idea se le vino a la cabeza.

Él conseguiría una confesión, aunque no fueran los mejores métodos para hacerlo.

(...)

Connor y Josh entraron tan rápido como pudieron y lo más disimulados posibles. No tenían demasiado tiempo. Y menos al percatarse que ni Viktor ni Christian estaban alrededor.

—No me gusta.—Murmuró Connor, tratando de sonreír para que los demás no vieran que estaban buscando algo.

Josh resopló.

No somos pecadores (2.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora