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Hace un año, cuando ese chico de tercer curso le lanzó la camiseta sudada con el número 1 en la espalda al terminar el último partido de la temporada, Kaminari creyó estar viviendo el que sería el momento más feliz de su vida académica (e incluso social).
Le había admirado desde que entró en el equipo y durante dos años aspiró a tomar su relevo y a abrirse paso entre los "populares" como el nuevo capitán del equipo de fútbol algún día. Entrenó duro, jugó lo mejor que pudo, se integró en el equipo como nadie lo había hecho y, para cuando se dio cuenta, lo había conseguido.
"Buena suerte, la necesitarás", le había dicho entre los vitoreos de sus compañeros, dándole unas palmadas en la espalda.
En ese momento, claro está, Kaminari no notó la burla en sus palabras, demasiado sumido por la euforia de la situación. Mucho menos la sonrisa de pena que le estaba dando. Él solo tenía cosa en mente: por fin era capitán. La gente le admiraría, trabajaría liderando a un equipo que ya consideraba como su familia y podría disfrutar su último año de instituto viviendo el sueño que todo alumno desearía.
¿Qué mejor forma para acabar el instituto que haciéndolo liderando el grupo de los chicos populares?
Sin embargo, un mes desde el comienzo de clases había transcurrido ya y por fin, más tarde que nunca, creía entender vagamente a lo que el antiguo capitán se refería con ese "buena suerte" que ahora le sonaba más a una condena que a unas palabras de ánimo.
—¿Perdón?
El director se sienta más recto en su silla, masajeando su sien. Kaminari también lo haría, pero está demasiado concentrado en no morderse sus labios ansiosamente por esa noticia que le acaban de dar.
Bueno, que les acaban de dar. No estaba solo ese día.
A su lado, Hitoshi Shinso, capitán de las animadoras, parece estar a punto de saltar de su silla y tirarse encima del hombre para desgarrarle el cuello con sus propias manos (o dientes, si hiciera falta). Kaminari, en cambio, no tiene una posición amenazante, sino de derrota. Se ha hundido en el asiento en cuanto ha escuchado la noticia y cierto es que si hubiera estado solo se hubiera puesto a dar vueltas por la habitación como un loco.
¿Era demasiado pedir tener un año tranquilo?
—Vamos a tener que recortar el presupuesto de ambos clubes —repite el hombre, alternando su mirada entre ambos chicos.
Kaminari mira de reojo la reacción del tal Shinso, para tomar nota. Si por él fuera, se hubiera hecho una bolita en la esquina y se hubiera puesto a llorar desde hacía un rato.
El capitán de las animadoras entrecierra los ojos, se inclina un poco hacia adelante y clava las uñas en el reposabrazos acolchado.
Va a saltar, piensa Kaminari, moviendo su silla un pelín para la derecha y así alejarse. Se lo va a comer vivo aquí en medio y me va a llenar de sangre mi uniforme nuevo.
El chico tiene la vena del cuello a punto de estallar, cosa que Kaminari solo había visto en una persona. Y esa persona era Bakugou, obviamente. Como parece que está intentando calmarse un poco antes de soltar lo primero que se le pasa por la cabeza (o antes de cagarse en todos los muertos del director como si nada, en su puta cara), Kaminari opta por tomar las riendas de la situación y actuar como el capitán que es.
"Sé un hombre", se dice, tomando la palabra por primera vez desde que entró y llamando la atención de esos dos titanes.
—No puede hacer eso con el campeonato a la vuelta de la esquina, señor —Shinso le mira al instante, como si se hubiera olvidado de que estaba ahí también—, llevamos meses preparándonos para esto. Muchos de mis compañeros, yo incluido, estamos ya en nuestro tercer año. Privarnos de jugar en nuestro último curso sería...
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love & game | shinkami
Fanfiction⚽⚽⚽ Sobrevivir al último año de instituto debería ser sencillo y convertirse en el capitán del club más popular de UA solo pondría las cosas más fáciles. O al menos así lo creía Kaminari. Claro... ¿quién le diría que las animadoras se la tenían jura...