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—¿Sabes que mañana me voy a un campamento de entrenamiento? —recuerda Kaminari en voz alta, esquivando las ramas que atentan con rebanarle la sien. —¿Y que estaré cinco días fuera de la ciudad? No es por quejarme, pero es que pensé que cuando decías de celebrar nuestro segundo mes como pareja lo haríamos, no sé, en una casa, calentitos, dándonos besitos y esas cosas..., no perdidos en medio de un descampado que parece un puto escenario postapocalíptico.

Shinso rueda los ojos sin detenerse siquiera. Ha sido su idea esa escapada y él le ha seguido porque... bueno, pues porque le seguiría al fin del mundo con los ojos cerrados. Kaminari recordaba ese sitio porque unos meses atrás había corrido por ese mismo camino como alma que lleva el diablo y ahora su novio se había empeñado en volver a ese claro perdido de la mano de dios para... ¿para qué?

—¿No vas a callarte, verdad? —le suelta el más alto, mirándole de reojo.

Kaminari se encoge de hombros. Si una cosa no había cambiado desde que habían formalizado esa relación secreta era lo mucho que le gustaba sacarle de sus casillas. Le divertía y a Shinso también, aunque no lo admitiera en voz alta.

—No es mi fuerte, no —responde sin más. —Es que ese sitio me daba escalofríos. Dime que no vamos a volver a allanar una propiedad privada, por favor.

Ahora es el turno de su novio de bromear con él.

—No prometo nada.

"Eso significa que no. Menos mal"

Kaminari mira a su alrededor y después a la espalda de Shinso, que va solo unos pasos por delante. Aligera el paso para pegarse más a él sin que se dé cuenta. Antes muerto que admitir que volvía a tener un poquito de miedo (aunque supiera de sobra que ya nada se escondía entre las sombras esperando por él).

—Seguro que en esa mochila llevas todo lo necesario para deshacerte de mi cadáver. ¿Me has traído aquí para matarme o algo?

—La verdad es que ahora mismo ganas no me faltan.

—¡Lo sabía!

Shinso niega con la cabeza y aparta el último rastro de hojas. Kaminari le sigue muy de cerca, sin mirar esa mansión en la que tuvieron que entrar meses atrás. En silencio, su novio anda hasta el centro del claro y, sin decir nada, deja la mochila en el suelo y saca de ella una manta de picnic.

Kaminari le mira con una ceja alzada.

—Esta noche hay lluvia de estrellas, estúpido —le responde Shinso cuando cruzan miradas. Y así, con las orejas rojas, Kaminari le ayuda a extender la manta sobre la que verán las estrellas fugaces.

Ninguno de los dos había mencionado todavía nada que ver con sus respectivos campeonatos. Las chicas habían pasado a la final al igual que ellos y ese año, puede que por cosas del destino, ambas se disputarían en la misma ciudad. Kaminari había tenido que leer cinco veces el artículo para procesarlo, pero no se lo había comentado a Shinso para no agobiarlo. Cuando estaban juntos no solían hablar mucho sobre fútbol o las animadoras, al igual que en el instituto solían ignorarse mutuamente (a pesar de que cada vez fuera más complicado ocultar lo suyo).

Ese era otro tema importante: ¿cuándo iban a poder hacer pública su relación? Porque no es que a Kaminari le resultase un problema ese secretismo (mentira), pero sentía que un mes más con todo eso iba a acabar con él. Traducción: necesitaba con todas sus fuerzas que todo el mundo supiera que Shinso estaba con él por el bien de su salud mental ("es mío, perras" se imaginaba a sí mismo diciendo a cualquiera que se atreviera a mirar a Shinso)

love & game | shinkamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora