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Bakugou mira hacia ambos lados (solo para asegurarse de que nadie lo vea) antes de sacar su móvil y hacer una foto del cartel. Le importaba una gran mierda que se hubiera perdido ese gato, pero solo por si acaso guardaría una foto del bicho. Después de esconder la nariz en su bufanda, se dirige hacia los vestuarios a paso lento, gruñendo como siempre a un par de estudiantes que se topan en su camino y tienen la osadía de cruzar miradas con él.

"Putos extras"

—Eh, que te hemos escuchado.

Una mirada de advertencia más y los extras desaparecen, dejándole a solas de nuevo.

Ese día tiene entrenamiento a primera hora, clases hasta la tarde y, por si fuera poco, una quedada con Sero a la hora del almuerzo para rematar.

Bakugou le ha dicho un millón de veces que se busque otro puto modelo para su proyecto final, pero ya era demasiado tarde y la libreta llena de bocetos de su amigue no era algo que pudiera empezar de cero a esas alturas. Al final, lo único que quería Sero era alguien con quien hablar. Bueno, alguien con quien hablar y que supiera eso. A Bakugou aún se le hacía un poco complicado no equivocarse de pronombres, pero hace lo mejor que puede y se esfuerza el doble para que el resto no se entere. Por lo que sabe, Sero aún no ha sacado conclusiones en claro de ese pequeño experimento que se traían entre manos, pero no pasaba desapercibido a sus ojos lo mucho que Sero le buscaba y lo cómode que parecía a su lado (incluso habiendo dejado de fumar a todas horas).

Por otro lado, las bromas entre animadoras y jugadores han entrado en un hiatus. Kaminari no había dado ningún motivo en claro, pero él se olía que ese gato tenía algo que ver. Sin duda, Kaminari era otro tema interesante. Bakugou le había visto igual de patético que el capitán de las animadoras los últimos días.

"Debería amenazarlo para que descanse más", piensa el rubio para sí, añadiéndolo a su lista de amenazas del día.

Como siempre, ha llegado demasiado temprano. Bakugou cierra la puerta de los vestuarios y se deshace de su bufanda a medida que avanza hasta su casillero. Los días se le han empezado a antojar horriblemente aburridos desde que no hay nadie revoloteando a su alrededor como una mosca cojonera. A lo largo de su vida, nunca creyó que separarse de una persona le afectaría tanto, pero incluso sus horarios se habían visto alterados por completo. Kirishima era parte de su día a día (iban juntos al gimnasio, quedaban para correr, se esperaban a las afueras de las clases del otro, etc); ¿qué se suponía que debía hacer Bakugou ahora con tanto tiempo a solas? Porque antes lo valoraba mucho, pero los últimos días lo ha estado odiando con todo su ser.

Sí, tenía un problema que solucionar. Y algo le decía que solo era el primero de muchos




Lo primero que piensa Midoriya al cruzar los vestuarios y encontrarse únicamente con la figura de Bakugou es en huir. Lo segundo; que vaya mala suerte. Todoroki aún tardaría en aparecer porque su autobús iba con retraso, y el resto de chicos tampoco aparecerían hasta dentro de un rato.

En silencio, Midoriya se acerca hasta su taquilla y le da la espalda a Bakugou (quien ni siquiera le ha mirado). Podría empezar a cambiarse así, en silencio y sin problemas, pero había un tema pendiente entre ambos que su compañero de equipo ignoraba por completo.

—¿Ya has visto contra quién jugamos el próximo partido?

Era curioso. Bakugou y él se conocían desde que eran dos críos y el paso de los años los había distanciado lo suficiente para no mirarse por los pasillos, pero no lo suficiente como para no ser capaces de entablar una conversación de la nada. Solo habían estado haciendo su mayor esfuerzo para ignorarse mutuamente.

love & game | shinkamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora