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Hace un día demasiado bueno. Con las navidades dejadas atrás, el invierno se ha vuelto benevolente y ha dejado paso a un clima que, si bien sigue calando los huesos por las noches, casi se asemeja a un otoño profundo.

Kaminari sale al jardín con más bebidas, viendo por encima el panorama. Le habían dado el alta a su madre unos días atrás y ella misma se había empeñado en celebrarlo. A Kaminari le había parecido buena idea hasta que le dijo que quería que invitase a sus amigos.

—Kami, cenicero por aquí no habrá, ¿no? —le pregunta Sero con una sonrisa pícara que delata su piercing nuevo.

—Como fumes delante de mi madre te arrancando esos pulmones negros con mis propias manos —le advierte él soltando las cosas en la mesa.

Sero levanta las manos con inocencia justo cuando Mina aparece por detrás suya.

—¿Necesitas ayuda? —pregunta su amiga. —Pareces agobiado.

¿Agobiado? Nah, solo tenía que planificar mil jugadas, un campamento y encargarse de que sus amigos no echaran abajo su casa. Había pasado por cosas peores, pero tener tanto que hacer a la vez solo sacaba a relucir su incapacidad para establecer orden y prioridades. Ah, y la semifinal se jugaba justo al día siguiente.

¿Agobiado? Nah.

—Oh, no —se apresura a decir, negando con sus manos— Es solo que Bakugou lleva toda la tarde demasiado tranquilo y me está poniendo de los nervios, ¿alguien sabe qué coño le pasa?

Los tres dirigen la vista hacia el nombrado, que está en una esquina de la mesa (en la que hay desde galletas y ponche hasta una tarta que ha traído Sato) mirando con el ceño fruncido una libreta que tiene de portada un conejito.

—Tu madre le estuvo dando algunas recetas antes y lleva un rato dándole vueltas ahí sentado —explica Kirishima, uniéndose a sus tres amigos. —Creo que las está transcribiendo a esa libreta.

—¿Bakugou cocina? —pregunta Mina arrugando la nariz, extrañada.

Kirishima se ríe de la cara que pone y le dice que sí.

—Parece tan inofensivo —murmura Kaminari.

—Parece hasta normal —secunda Sero.

—Todo un angelito —añade Kirishima.

—Os voy a descuartizar como sigáis hablando de mí—les amenaza Bakugou desde su sitio dándoles un susto de muerte.

"Vaya oído tiene", piensa Kaminari antes de huir de ahí, buscando con la mirada al resto. Hay jugadores del equipo por todos lados, pero también algunos amigos de su madre.

Awase está lloriqueando soltando todas sus penas a una vecina y Ojiro está junto a TetsuTetsu, contándole chistes a un grupo de señores. Kaminari se mantiene alejado de ambos grupos por el bien de su salud mental.

—Está usted tan radiante como siempre —le está diciendo Tsuburaba a su madre cuando los intercepta.

"Así que aquí estabas"

—Aléjate de mi madre, Tsuburaba.

El nombrado se pone recto como un palo al instante.

—A su órdenes, mi sargento —le dice llevando una mano a su frente antes de desaparecer de su vista.

Kaminari suspira al fin tomando su lugar al lado de su madre. La mujer está apoyada en la pared y él la imita. Por fin ha cogido algo de color desde que salió del hospital y lo último que deseaba Kaminari era que sus amigos absorbieran la poca energía que de por sí tenía la mujer.

love & game | shinkamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora