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Acostumbrarse a una persona es raro. Kaminari nunca, ni en un millón de años, hubiera imaginado que su extraña relación con Shinso pudiera volverse tan... natural. No le molestaban sus mensajes ni sentía estar manteniendo conversaciones por obligación. Se descubrió la primera semana esperando saber de él no solo durante sus pequeños encuentros esporádicos, sino por mensaje.

La idea de intercambiar números había sido de ambas partes. En realidad, ninguno pensó que usarían el chat del contrario. Pero una noche Kaminari le envió una foto del cielo porque el atardecer se le antojó bonito y, cuando Shinso le respondió con una foto de su gato dormido sobre su regazo, el corazón se le derritió dentro del pecho.

Resultaba una persona muy diferente a la que había conocido meses atrás y le gustaba hablar con él de los temas más enrevesados posibles. Shiso a veces se reía de él y le preguntaba si no tenía otras cosas que hacer; a lo que él siempre le respondía que claro, pero que sus conversaciones le absorbían y, para cuando se daba cuenta, ya habían pasado horas hablando en lo que a él le habían parecido minutos.

Se le hacía muy raro tener que ignorarlo en los pasillos del instituto cuando la noche anterior le comentaba sobre su familia (por lo visto, su madre falleció cuando él nació y solo vivía con su padre) o su infancia (se mudó a la ciudad al cumplir los diez años por motivos de trabajo de su padre). Más raro era cuando, escondidos de miradas indiscretas, ya no solo se besaban, sino que conversaban y reían, jugaban, se molestaban y, obviamente, volvían a besarse.

En ese momento, por ejemplo, Kaminari le acaba de responder a un mensaje con una carita sonriente antes de dejarlo en la taquilla. Su equipo se prepara para el entrenamiento y él pone la oreja mientras se cambia.

—¿Mi primera vez? —dice Ojiro. —Borracho, en una fiesta.

Kaminari se asoma y mira a Ojiro, sintiendo pena por él. No parece un tema del que le guste hablar especialmente. El resto están hablando unos por encima de otros, todos respondiendo a la pregunta que a saber quién ha formulado. Él no tiene nada que aportar, por lo que se limita a escucharles.

—La mía fue con una chica bastante mayor —suelta Awase como si nada.

—La mía igual, creo que estaba terminando su carrera universitaria—eso sí que le sorprende viniendo de Tsuburaba. —Era amiga de mi hermano, ya sabéis. Venía mucho a casa y no me quitaba los ojos de encima. Un día simplemente ocurrió.

A Kaminari eso le suena muy, pero que muy perturbador, pero no dice nada. No quiere decir en voz alta lo que es que un adulto se fije en un menor, pero a él esas chicas le parecen auténticas depredadoras. Lo increíble es que sus amigos nunca se hayan dado cuenta. O a lo mejor lo habían normalizado, quién sabe.

La conversación sigue deslizándose entre todos con soltura. Cuando le preguntan a Bakugou por su primera vez, por ejemplo, este cruza miradas con Midoriya. Kaminari tiene que pestañear un par de veces para volver a la realidad y decirse a sí mismo que ese cruce de miradas ha sido producto de su paranoica imaginación.

—No me interesan esas mierdas —es lo que responde Bakugou, ganándose las miradas del resto.

—¿El qué? ¿El contacto humano? Ni me sorprende.

Antes de que una pelea de comienzo, Kirishima se interpone entre ambos para hablar ahora él, solo con el objetivo de desviar la atención.

—Lo mío fue un desastre —dice para sorpresa de todos, haciendo que incluso Bakugou le mire curioso. —Esta chica y yo éramos amigos desde hacía mucho y..., nos arrepentimos después. Cosas que pasan, supongo.

love & game | shinkamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora