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El humo del cigarro que acaba de encender Sero se cuela en sus pulmones obligándole a toser. Kaminari le fulmina con la mirada, viendo a Bakugou estirar el brazo y quitárselo de las manos.

—Esta mierda en mi casa, no —le regaña, rompiendo el cigarro por la mitad.

"Eso le ha tenido que doler".

Es sábado y, como ninguno tenía ganas de hacer nada, han terminado en el jardín trasero de la casa de Bakugou. En realidad, habían quedado para estudiar, pero cuando Kaminari ha encontrado ese balón tirado por ahí se ha puesto a jugar con él, mientras Mina, Sero, Bakugou y Kirishima se sentaban en el escalón de madera.

Desde el último partido Kaminari ha tenido muchas cosas en las que pensar, por lo que había cedido un par de días de descanso al equipo.

Todos lo aceptaron sin rechistar. Tenían que hacerse a la idea de que volverían al césped con dos compañeros nuevos, por lo que realmente no veían nada de malo un pequeño parón. Era cuestión de tiempo que todo el mundo se enterase de lo ocurrido, y su capitán tenía que ganar algo de tiempo.

¿Qué diría la gente cuando se enterase que el equipo de fútbol había reclutado al mejor jugador de otro club? Un escalofrío trepa por su espalda solo de imaginarlo.

Lo iban a matar.

—¿Es cierto que se os ha unido Todoroki? —pregunta Mina con curiosidad, haciendo que Kaminari pierda la concentración y pierda el control del balón.

Kirishima, que estaba recostado sobre las piernas de Bakugou, ronca en respuesta. Llevaba dormido más de diez minutos. Nadie sabía cómo no lo había matado todavía, pero así funcionaba la extraña amistad entre ambos. Kirishima era el único que podía tirar esos muros que el contrario se molestaba por construir a su alrededor.

—¿No era el mejor jugador del equipo de baloncesto? —cuestiona Sero, sonando curioso y extrañado a partes iguales.

Que si era el mejor jugador, dice. Kaminari se reiría en su cara si no estuviera angustiado a más no poder.

Todoroki llevaba siendo observado por profesionales desde el día que nació. Estaba destinado a brillar en la cancha. No por nada, pero nacer en una familia como la suya le había puesto las cosas fáciles. Muchos especularon que estudiaría su último año en el extranjero, donde empezaría a jugar para las grandes ligas en cuanto entrase a la universidad. Pero algo fue mal en el último partido de la temporada pasada y, por lo visto, el chico se había desentendido tanto de su familia como del baloncesto desde entonces.

—Abandonó el equipo el año pasado —explica Bakugou, en un tono algo bajo para no despertar a Kirishima—. Siempre ha tenido movidas con su estúpido padre... dicen que llegó a su límite y explotó.

—Estará en su fase rebelde.

Fase rebelde o no, le había jodido pero bien. Si antes medio instituto tenía el ojo puesto en ellos, ahora tendría hasta la prensa (eso en el peor de los casos). Y ya ni pensaba en los chicos del club de baloncesto. Porque si por alguna razón la tomaban con él por llevarse a su jugador estrella... Kaminari tenía los días más que contados.

—Genial —dice para sí. —Ahora tendré a más personas detrás de mi cabeza.

Sero le mira con algo de pena, compadeciéndose de él. Él no sabía nada sobre la presión de los clubes, pero a veces agradecía no hacerlo. Ya tenía suficiente viendo a sus amigos consumirse por su culpa.

—Al menos parece que las cosas con Shinso se han calmado —intenta consolarle.

"Si tú supieras", le gustaría responder Kaminari.

love & game | shinkamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora