love & game | shinkami

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"No malgastes energía pensando en el qué dirán" 

Vaya cosa que decirle a alguien que ha pasado el último año aspirando a ser capitán del equipo de fútbol solo para subir en el escalón social del instituto.

Kaminari se avergonzaría de ello, pero, ¿no era eso lo que todos querían, de una forma u otra? Ser visto. Hacerse notar. Diferenciarse del resto... Además, él ya estaba en el equipo y, hasta hace poco, creía saber cómo funcionaban las cosas en el club (y que no le parecían muy complicadas, incluso para él). Sin duda, el precio a pagar compensaba el resultado del puesto.

No pensar en lo que otros opinaban de él, en conclusión, era imposible y, aunque era ciertamente algo patético, Kaminari admitía que se sentía más seguro intentando encajar que siendo él mismo.

Pese a los contratiempos de los últimos días, los entrenamientos han continuado su curso siguiendo una programación parecida a la del año anterior. Kaminari lleva un par de días diseñando estrategias de juego, así como organizando una rutina de entrenamiento personificada para que cada miembro del equipo pueda trabajar sus puntos débiles por separado.

Y, entre todo eso, su cabeza seguía funcionando para buscarle una solución a ese recorte de presupuesto. Necesitaba encontrar una solución.

A lo mejor se estaba obsesionando un poquito, pero no podía evitarlo. Al igual que tampoco podía dejar que todos supieran lo mucho que estaba trabajando las últimas semanas. ¿Dónde iría a parar, entonces, su fachada de capitán despreocupado y con instinto natural para seguir adelante?

No. Nadie tenía por qué enterarse.

Y si sus problemas no fueran suficientes para su pobre corazón y sus escasas neuronas, en el ojo del huracán se encontraba Hitoshi Shinso. Kaminari creía sentirlo en todos lados, observándole y maquinando su siguiente golpe.

Desde la broma de los pompones ninguno de los equipos había vuelto a pronunciarse contra el otro. El terreno se había enfriado, pero solo porque ambos afilaban armas.

¿Quién de los dos sería el primero en sacarlas a relucir? Kaminari ansiaba saber esa respuesta.

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—Podríamos ir andando.

Kaminari aguanta las ganas de chocarse contra la pared y romperse el cráneo. Sería una falta de respeto hacer eso delante de todo el equipo, se dice, cuando los pobres estaban empleando su única neurona compartida para ayudarle.

A lo mejor Shinso tenía algo de razón al decir que solo sabían perseguir un balón.

—Tardaríamos días en llegar, Kiri —dice suavemente—. Pero gracias por tu aportación.

"Gracias por nada", se traga para sí.

Si con suerte pasaban la eliminatoria ese año (lo cual en los años anteriores no les había resultado muy difícil), los chicos del equipo se verían ante un gran problema: no podían desplazarse hacia donde se celebraban tanto la semifinal como la final del campeonato. Los recortes les habían dejado sin dinero para costearse la estancia y el desplazamiento.

Y ya ni hablar de los campamentos de entrenamiento, de los que también tenían que olvidarse por ahora.

Adaptarse a un presupuesto ajustado iba a ser un poco duro. Sobre todo, teniendo en cuenta que el club de fútbol había estado siendo demasiado mimado por el instituto durante muchos años. Aunque ninguno lo admitiría nunca.

—Yo puedo ir en moto —añade Bakugou desinteresadamente. Se había sacado el permiso hacía poco.

Todos le miran de reojo, rabiando de envidia.