Sentimiento

4 3 0
                                    

No sé distinguir mis emociones, ni mis sentimientos, no soy capaz de saber qué es tristeza y qué es soledad. Las acabo mezclando y termino sumíendome en un aislamiento tanto físico como psicológico. Mi miedo aumenta cada vez que caigo en mi prisión. Mi cuerpo no necesita un cambio, pero yo sí. Ahora mismo no sé si siento dedicación y fuerza o tristeza y miedo. Solo sé que después de decirme a mi mismo que necesito un cambio caeré de nuevo en la misma pesadilla que alimenta mi miedo más férreo. Esa pesadilla que continúa cada semana al menos una vez, cambiando todo mi humor y mi día para convertirlo en una espiral de dificultades y rencores que nunca lograré sacar de mi cabeza. Cada vez que tengo este sueño, más le odio, el fabricante de tanto dolor y angustia durante años. Solo quería ser feliz, pero él no me lo permitió y realizó un golpe bajo antes de que pudiera defenderme. Me sentí tan culpable ese día que incluso hubiera dejado que me pegara. ¿Cómo llegué a eso? Cuando lo miro con detenimiento suena muy estúpido. Y sus intenciones llegaban a ese punto, pero se retractó. Ese día me marcó como ningún otro. Pisoteado, excluido, marginado, denigrado. Todo se juntó y las noches fueron eternas. A parir de ese día comencé a tener pesadillas cada vez más frecuentes, hasta que pueda encontrar una nueva estabilidad. No todo el mundo que conoces cuando eres más adulto te traen problemas. Los amigos que he hecho en estos dos años han sido espectaculares, no han sido muchos, pero cuento la calidad más que la cantidad.

RandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora