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Agapē

No sé como terminé así, una etapa finaliza, otra comienza. Unos valores llegan, otros perduran, muchos aspiran. Una nueva rutina, más repetitiva, menos libre. Una oscuridad se cierne de nuevo en mi claro cielo. Revienta. No puede aguantar más. Las sombras llegan al lugar, de nuevo, sin piedad. Una luz real, llega a ayudar. No puedo más. Mis lágrimas cristalinas caen a un pozo inmerso en soberbia. Perdidas las hallo. En mí se desvanecen. Una luz sigue iluminando. Las sombras se retiran de nuevo, hasta que esa luz se debilite. Hasta que no pueda más. Oh luz querida, hermosa profecía. Luna te haces llamar. A tus pies me rindo, nueva divinidad. Hermoso cabello blanco que muestras, cristalinos ojos que llevas, apagada bufanda que me ofreces. Mi desmesura la acepta, mis sentidos se enloquecen en ella. Rosas crecen de sus pliegues, su lana se convierte en espigas. Dolor. Es lógico. Mi corazón hace caso omiso. Mi cerebro lo mismo. No puedo controlar el deseo, mi deseo. Solo puedo creer en que volverá. La luz no me volverá a abandonar. Su obsequio no me dolerá. Mis penas se marchitarán. Mi felicidad florecerá de nuevo. Jazmines y amapolas me esperan. Amor y Simpatía me ayudan. Cordura y Razón me guían. Pero Luna nunca está. Solo puedo ver ese haz de luz desvanecerse. Solo puedo ver la oscuridad brotando. Solo puedo hablar. Solo puedo esperar.

La luz de nuevo ha llegado. Esta vez muy diferente. Luz cálida, intermitente. No puedo distinguir que quiere, solo puedo acercarme y ofrecerme. Una nueva visión me ofrece: "Reina Paz me llaman, tu llanto ha atraído mi llamada, ¿no deseas descansar en paz?" En un vacío luminoso floté sin más, a sus brazos quería llegar. Era la Paz quien me iba a salvar. Más que eso no podía desear. Sin pensarlo más, hacia Paz llegué, la luz me guiaba, solo puede avanzar, hasta llegar al más allá, donde la paz me aguarda; "Joven alocado eres, vos desmesurado un castigo divino mereces. Paz nunca aguarda a caprichos ajenos, Tormento te aguarda a ti, pequeño Laberinto".