Pelo

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No me gusta mi pelo. Es largo, rizado y tiene muchos enredos. No tiene brillo, es negro como el azabache y no se deja peinar. Muchas veces he intentado cortármelo. Pero me da miedo. En realidad, le tengo cierto cariño. No quiero perderlo así. Muchas noches pienso en el tema. ¿Debo? ¿Quiero? ¿Necesito? No me deja dormir ese pensamiento. A mi familia le gusta mi pelo. No quieren que me lo corte, no les gusta la idea. Me lo dicen entre lágrimas mientras me abrazan. Mi psicólogo me dice lo mismo, que no debo hacerlo. Pero es tan feo, tan molesto, tan irritante, tan angustiante... Cada día me decanto más por ello.
Un día hablando con mi psicólogo me recomendó unas pastillas que decía que me ayudaría a quitarme la idea de cortarme el pelo. Las tiré a la basura de mi habitación cuando llegué a casa. Ya lo tengo decidido. Voy a cortarme el pelo. Es mi decisión. Lo mejor para mi. ¿No?


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