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Voces

Hay veces que escucho. Siempre intento escuchar a todos los que me rodean. Mi alrededor es importante, mis amigos una fantasía y mi familia un pilar rígido en mi vida. No siempre lo hago, pero me gusta escucharles, hablarles y saber sus sentimientos para comprenderlos mejor. A veces, no siempre puedo escuchar todo lo que quiero. Mi atención es limitada, y me odio por ello. No siempre puedo ayudar a quien más me importa, y por ello me castigo. No siempre puedo hablar con tranquilidad de las cosas, por ello me reprimo. Hay veces que solo quiero retroceder en el tiempo. Dedicar tiempo a lo que nunca pude, escuchar a la persona que debería, hablar con mi familia más a menudo. Pero eso ya son sueños. 

Rotos. 

Destrozados. 

Esparcidos.

Nunca podré recuperarlos. Serán mi tormento continuo. Quiero aprovechar estas líneas que escribo entre lágrimas para pedir perdón. Pido perdón a todas esas personas que no he dedicado la suficiente atención. Pido perdón a esas personas que no pude ayudar por culpa de mi debilidad. Pido perdón por todo el daño que he hecho y seguiré haciendo por culpa de mi egoísmo. Las voces de la culpa me atormentan día si día también, mi pasado se manifiesta en los momentos más duros de mi infancia como castigo. Y realmente, ¿merezco todo esto? Solo lo sabrán las personas claves de mi vida. Esas que, puede que no haya dedicado demasiada atención. Las que puede que haya dedicado demasiada. Las que quizás no escuché en un mal momento. Las que aconsejé de forma errónea. Y todo es mi culpa. Daño sin cesar en mi corazón y en los próximos. 

Espinas. 

Astillas.

Clavos en mí cabeza.

Solo quiero dejar de sentir culpa. Solo quiero dejar de sentir angustia. Solo quiero dejar de sentir cansancio. Solo quiero dejar de ser egoísta. Solo quiero dejar de sufrir. Solo quiero dejar de pincharme. Solo quiero dejar de amar. Solo quiero dejar de hablar. Solo quiero dejar de escuchar. Solo quiero dejar de escribir.

Solo

Quiero

Dejarlo