Grieta

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Un gran abismo se mostró ante mi. Tan profundo que no se veía el final, tan ancho que era imposible saltar, tan elevado que nadie me podía escuchar. Entonces decidí lo que una persona cuerda no habría hehco: saltar.

En una cama de flores amanecí, confundido y sin ningua lesión física. No sabía qué me esperaba ahí, pero después de caminar un poco por la oscura gruta, me pregunté que me guió a saltar...

"Cuando tenia 10 años, solía jugar con Julia, mi mejor amiga de la infancia. Crecimos juntos, nos conocimos con 5 años y éramos como uña y carne, completamente inseparables. Como hermanos.
Después de unos años, a Julia le diagnosticaron una enfermedad muy grave en el corazón que necesitaba una intervención urgente. Fue llevada al hospital de la capital, porque en el pueblo no estaban preparados para tratar con esas enfermedades tan poco habituales. Pasaron semanas, meses y no tenía ningún tipo de información de ella. Mi vida durante esos momentos fue una tortura continua. Al pasar 6 meses, mis padres me informas que los padres de Julia han venido a transmitirnos un mensaje. Sus palabras se incrustaron en mi cabeza. Nunca ala olvidaré:

- Nuestra hija está en un coma, y los doctores no saben cuando despertará.

Entre lágrimas y sollozos, también nos dijeron que podíamos ir a visitarla cuando quisiéramos, que éramos como de la familia. Pasé completamente de esa parte de su discurso. Corrí hacia el garaje, saqué la bicicleta de la esquina, y me dispuse a ir a la capital para ver a Julia. Durante el camino, no pude contener las lágrimas que me guardé delante de mis padres y los de Julia. La escena que iba formando el paso de mi bicicleta era de lo más dramática, y mis pensamientos no ayudan a eso. Recibí varias llamadas de mis padres, pero lo único que respondí fue un mensaje claro y conciso de mis intenciones.
Después de pedalear y pedalear durante varias horas, llegué a un sitio un tanto peculiar, en medio de un vasto campo. Seguí avanzando al igual que lo hacia el sol, marcando el anochecer en su posición. Tenía una mezcla de miedo y desesperación. Avancé más deprisa y llegué a una zona mucho más rocosa. No podía usar la bicicleta para pasar por aquí, así que decidí dejarla estar y continuar andando. En mi impulso de adolescente, solo me importaba ver a Julia.
Cuanto más avanzaba por aquel valle, más peligroso se ponía el terreno y más oscuro estaba el cielo. Seguí avanzando y encontré algo impresionante: una grieta gigante separaba mi destino y mi camino.

Al ver este contratiempo, pensé el Julia, como estaba dormida sin poder despertar en el hospital y como no podía ir a verla. Pensé en todos los momentos pasados, todas las noches juntos viendo series, todos los días jugando, todas las pequeñas peleas, todas las reconciliaciones... no aguanté".

En el estrecho pasillo se dislumbrsban unas pequeñas piedras rojas que daban una pequeña iluminación. Decidí usarlas de guía para salir de ahí y llegar al un lugar donde pueda orientarme. Nada más avanzar me di cuenta de un sonido que hacía de banda sonora de esa cueva. Parecía una uña rozando algo, ¿un cristal? No lo se, pero era desagradable. Al principio no me importó porque de escuchaba muy a la lejanía. El problema es que por cada paso que doy se escucha más y más fuerte. No estoy solo en este sitio, pero no puedo rendirme.

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