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Estanque

Agua cristalina, fluyendo por su cauce, llegando a su destino final. Esa es la normalidad que he querido seguir durante toda mi vida. El avance. Seguir esa corriente resplandeciente que me lleva por muchos cauces, por muchos rápidos, pero siempre desemboca en el mar. Pero me separé de esa buena corriente, un obstáculo se puso en mi camino, y no fui capaz de sobrepasando. Me quedé pues, atrapado, con el rumbo perdido, y sin recordar cómo debo avanzar. Sin poder hacer nada, se fue acumulando el cauce, y sin poder evitarlo, poco a poco ese hermoso rio se convirtió en un estanque. Inmóvil, sin prosibilidad a cambio, con el mismo agua siempre. Estancado completamente.
No recuerdo cuando llegué a este estado, solo sé que ahora no puedo salir de él. Me tiene completamente dominado, atado. No puedo escapar de estas arenas movedizas. Si intento resolverme, caigo más rápido. Solo me queda esperar a mi muerte lenta y dolorosa. Esforzarme solo acelerará el proceso, y lo hará más agonizante. Mi estanque no tiene nada al rededor. Si quiera un pato que nade en él de vez en cuando, solo es agua que se evapora con el calor y sobrevive gracias a las escasas lluvias. En cambio, es muy profundo. Y es tan profundo, porque yo me encuentro en su fondo. Mientras más tiempo esté, más profundo será. Mientras más tiempo esté estancado, más difícil será salir de aquí, solo espero a que mis pulmones no den de más y mi cuerpo inerte salga flotando a la superficie, o si no nunca podré salir de este pozo infinito. Ya es tan profundo, que no soy capaz de dislumbrar el exterior, mis brazos no son lo suficientemente fuertes como para salir, la presión me provoca dolor diario, y las burbujas que veo explotan antes de llegar a buen puerto. Lo único que me tranquiliza es el falso pensamiento que, mientras yo esté estancado, todo lo estará conmigo. El día que no pueda seguir engañándome, no se que pasará. Quizás toda la presión me devore poco a poco mientras el agua se introduce en mis poros.