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Miserable

Todas las puertas se han cerrado. No queda camino por el que avanzar. Debo esperar escondido en mi caparazón, a que llegue el final. Todas estas puertas antes estaban abiertas. Llenas de posibilidades, diferentes caminos, muchas elecciones, servidas en bandeja de plata para optar por la que más me gustara. Pero conforme ha ido pasando el tiempo, más puertas se han ido cerrado, o incluso revelando un destino muy diferente al que prometían. Todas ellas están ahora cerradas con llave, una llave que ya no existe, porque dejé de creer en ella hace tiempo ya. Solo confiaba en una puerta, era prometedora, aunque a corto plazo. Me haría feliz ese pequeño periodo que me ayudaría a afrontar tantos problemas; pero me han cerrado la puerta en la cara. Más bien, me he cerrado la puerta en la cara. Han sido mis decisiones inconscientes las que me han cerrado esa posibilidad ya remota. Engañarme me consuela, pero no dura para siempre. No puedo engañarme durante toda mi vida, solo yo soy el responsable de lo que ha pasado. Él no tiene ninguna culpa. Él ha sido la persona más amable conmigo. Me ha acompañado siempre que ha estado en sus posibilidades, y no me arrepiento ni un minuto que hemos compartido. Pero todo lo bueno se acaba, y hay que decirle adiós. Nunca volveré a verlo. Te echaré de menos.