Una pequeña historia

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Todas las noches pasa lo mismo. Una sombra acecha desde los alrededores de mi habitación. No la he podido identificar, tampoco estoy realmente seguro que haya algo. La siento. Siento que todas las noches me observan. Cuando mis cansados ojos se cierran, un sentimiento de observación me invade. Unos ojos incansables se posan sobre mí. Tengo miedo. No importa donde duerma, esa sensación está conmigo. Me acompaña como si me tuviera con una correa. Un hilo uvisible nos use como uña y carne. Cuando concilio el sueño comienza la relajación, que pronto se acaba al despertar. 2 horas de sueño es lo máximo que consigo conciliar. Cada día siento más la mirada, y aún más el sueño acumulado por decenas de días sin poder estar tranquilo.

Sentado de nuevo en mi cama, miro nervioso a todos lados. No veo absolutamente nada fuera de lo común. No tengo ninguna sensación extraña, ni siquiera tengo miedo. Solo tengo sueño. Mis ojos aguantan gracias a cafeína y bebidas energéticas baratas, mi corazón se siente más palpitante de lo común, pero estoy tranquilo. Cierro la puerta de mi habitación poco a poco, pero nada entró, ni siquiera me costó cerrarla. Solo se cerró con un crujido cualquiera. Miro a mi cama. Me está esperando. Mis piernas se mueven solas para tumbarse rápidamente, usar las sábanas como protección y... cerrar los ojos...

Olvidé cerrar la puerta del armario.

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