Capítulo 1: Una vida no muy feliz

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Miércoles.

Y ahí estaba yo, en mi boda y esperando el momento de decir el “acepto” definitivo que me uniera hasta que la muerte me separara de mi futuro esposo.

Cura: — A partir de ahora os declaro marido y mujer.
Puede besar a la novia

Mi marido me dio un pequeño beso, uno de pico, y con una actitud de aburrimiento, lo que me pareció un poco egoísta, ya que en toda la boda no puso otra cara que no fuese de serio y podría decirse que tal vez odiosa.
No obstante, eso no podía ser. Seguramente solo lo parecía, pero no era verdad porque, sino, ¿qué le hacía sentirse así si nos estábamos casando?
Era un acontecimiento totalmente lleno de felicidad y tenía que sentirse como yo, que estaba superemocionada en ese día.

Igualmente, entendí en cierta parte que él no demostrara su alegría enfrente de los demás, ni mucho menos que me mostrara afecto dándome besos, abrazos, caricias o lo que sea en público.
Y es que mi esposo era así, era bastante reservado y no le gustaba que nadie nos viera haciendo cosas que hacían las parejas cuando se demostraban amor.
Y sí, a veces sus actitudes distantes me hacían pensar en que él no me amaba como en realidad decía y que no sentía lo mismo por mí. A pesar de eso, yo seguí creyendo que sí, que él me amaba y que eso de que no me mostrara tanto afecto se le pasaría ahora que estábamos unidos y que nuestra vida matrimonial estaba a punto de comenzar.

Jueves, 16:22 pm.

Una semana después de mi boda, un día que para muchos sería el más feliz, marcando el comienzo de una nueva etapa de casados llena de alegría, prosperidad, amor y felicidad, no fue así en mi caso.
Mi vida de casados, y eso que solo llevaba una semana, era un caos y aunque no quisiera admitirlo, también una decepción.

— ¿Tienes los boletos para el viaje?

Pablo: — No iremos a ninguna parte
— respondió como si nada y mi corazón se rompió en ese momento.

— ¿Cómo que no iremos a ningún lado?
¿Y la Luna de miel?

Pablo: — No haremos nada porque tengo que trabajar

— Cariño, pero ¿cómo que no haremos nada?

Pablo: — Nada he dicho y así será

Con esa respuesta, salió del apartamento sin mirarme.
Me quedé perpleja, preguntándome qué acababa de suceder.
¿Mi esposo realmente había dicho que no íbamos a celebrar el inicio de nuestro matrimonio?

En ese momento, mi teléfono comenzó a sonar. Era una de mis amigas.

Paula: — Cariño, ¡felicidades!

— Para mí no. No hay felicidad en este momento

Paula: — ¿Y eso?

— ¿Quedamos para tomar un café?
Quiero salir y distraerme un rato

Paula: — Por supuesto, ahora mismo voy para allá

Colgué, tomé las llaves de casa y salí para encontrarme con mi amiga, quien, al menos, sería mi compañía en este instante tan triste.

17:03 pm.

— Canceló el viaje a Francia

Paula: — ¿¡Qué!? ¿Por qué? Si era vuestra Luna de miel — mencionó exaltada y yo me encogí de hombros.
— No es posible que esto esté sucediendo

— Yo tampoco lo creo. Sabes, prefirió su trabajo antes que celebrar conmigo el hecho de que nos habíamos casado

Paula: — ¡Qué capullo!

El Secreto De Mi AbogadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora