Capítulo 45: Reconciliación

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EVA

Lunes, 8:33 p.m.

Matías y yo nos encontrábamos paseando por las hermosas calles de París, disfrutando de la cálida atmósfera. Mientras caminábamos sin un destino específico, iniciamos una conversación.

— ¿Te alegras de que tu padre se vaya a casar?

Matías: — Sí, al menos con la que se casará, no está con él por algún interés material. No soporto a las mujeres que lo hacen. Por cierto, ¿te apetece ir a tomar un café?

Decidimos ir a una cafetería y luego regresamos a casa, que se encontraba a unos veinte minutos a pie. En el camino de vuelta, noté una tienda de joyas y vi un collar que me cautivó de inmediato. Era de plata con una pequeña joya de color azul brillante.

— Amor, mira, es muy bello — dije emocionada, jalando el brazo de Matías para que lo viera.
— Ven, entremos

Entramos a la tienda, que estaba llena de joyas deslumbrantes de diferentes colores. Nos acercamos a un mostrador de vidrio donde se encontraba el mismo collar que me había llamado la atención. La señora de la tienda se acercó a nosotros con una sonrisa amable.

Señora: — ¿Os puedo ayudar?

— Solo estábamos viendo las joyas. Por cierto, ¿esa de ahí es de plata o acero?
— pregunté, curiosa.

Señora: — Es plata auténtica

— ¿Y el precio supongo que es muy alto? — pregunté, un poco preocupada por el costo.

La señora tomó una tableta y consultó el precio antes de responder.

Señora: — Mil quinientos euros. Además, si la compra incluye estos aretes, tiene un descuento del veinte por ciento. También tenemos el mismo collar con una joya de color rojo por si no le agrada este

Cuando escuché el precio, me quedé sorprendida. Era bastante dinero, pero entendí que la autenticidad de la plata tenía su costo. ¿Qué creía?
¿Qué iba a costar un euro?

— Bueno, gracias

Ella se alejó de nosotros, y Matías tomó mi mano.

Matías: — ¿Te gusta?

— Es muy bonito, pero también bastante caro

Matías: — ¿Pero te gusta?

— Sí, pero cuesta demasiado. Vamos, regresemos a casa

Me di la vuelta, y él me siguió.

Matías: — ¿Crees que es una buena oferta?

— Sí, además, si es de buena calidad, es comprensible el precio — dije, y él me abrazó mientras caminábamos.

Matías: — ¿Y cuál de los dos colores te gusta más?

— Mmm, creo que prefiero el rojo

Matías: — ¿Ya has decidido qué vestido llevarás mañana?

— Sí, aunque estoy indecisa. No sé si usar el gris o el rojo

Matías: — Ponte el rojo. Con ambos te ves bien, pero te queda mejor

— Pero aún no lo has visto puesto en mí

Matías: — Aun así, apuesto mi vida a que te verás preciosa con ambos, pero especialmente con el rojo

Martes, 16:33 p.m.

Era el día de la boda, y no sé por qué me sentía nerviosa como si fuera yo la que se casaba.
Mientras me vestía, recordé las palabras de Matías y elegí el vestido rojo que llegaba hasta mis tobillos.
Era hermoso, de tela suave y ligera, con un escote que realzaba mis atributos. Además, marcaba mi cintura y cadera, dándome una figura que ni yo reconocía. Comencé con el maquillaje, optando por tonos cálidos que combinaban con el vestido, sin abusar del rojo.
En ese momento, Matías entró.
Estaba vestido con un traje y me miró de arriba abajo sin dejar escapar ninguna parte de mi cuerpo.
Entonces, sin decir una palabra, se acercó por detrás, rozando su nariz por mi cuello, haciéndome cosquillas con su tacto.

El Secreto De Mi AbogadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora