Capítulo 6: Una nueva esperanza

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MATÍAS

Más tarde, al caer la tarde, me dirigí a las oficinas del edificio.

— Cuando llegue la mujer, déjala entrar a mi despacho

Mercedes: — Muy bien

Entré a mi despacho, que se encontraba en la segunda planta al final del pasillo. Los documentos que mi padre mencionó estaban sobre la mesa. Antes de que la cliente llegara, salí de mi despacho y fui al de mi padre, donde él estaba ocupado con otra cliente.

— Lamento interrumpir, pero ¿tienes otras copias de los documentos de la señora Ladislau? — pregunté a mi padre.

Leonardo: — No me dio tiempo, pero las puedes hacer tú

— Disculpe la interrupción — dije, dirigiéndome a la cliente de mi padre, y cerré la puerta.

Señora: — No te preocupes, joven

Una vez en mi despacho, vi a una mujer de cabello castaño con mechas rubias sentada en mi mesa. Cuando me vio entrar, levantó la mirada y pude apreciar sus ojos de un azul profundo. Su rostro irradiaba nerviosismo, miedo y cansancio.

— Mucho gusto, señora Ladislau, soy Matías — saludé con una sonrisa mientras estrechaba su mano. En el trabajo, a menudo me mostraba amable y empático para tranquilizar a los clientes, a pesar de mi personalidad diferente en asuntos personales.
A decir verdad, tenía dos formas de ser: una era en lo laboral, en el que era amable y simpático, y el otro en lo sexual, en el que era un sádico total y un bruto cogiendo.

Eva: — El gusto es mío, puede llamarme Eva, no hay problema — dijo recibiendo mi saludo y cuando nuestras manos se juntaron sentí una corriente, como una chispa, pero lo dejé pasar. No era nada importante.

— ¿Usted es la chica que me sirvió en Alemania?

Eva: — Esa misma — respondió con una sonrisa encantadora.

— Me comentaron que desea el divorcio — mencioné mientras nos sentábamos

Eva: — Sí

— ¿Su marido se llama... Pablo Giménez?
— pregunté revisando sus documentos.

Eva: — Sí

— ¿Y por qué no vino con usted? Normalmente, si los cónyuges desean el divorcio, los dos están de acuerdo y acuden a las citas juntos

Eva: — Lo que pasa es que él aún no lo sabe, pero yo ya no quiero estar con él

— ¿Por alguna infidelidad? — pregunté arqueando una ceja.

Eva: — De mi parte no, de la suya sí y... También por otras razones

— Ya veo — mencioné e hice una pausa.
— ¿Maltrato? — pregunté y cuando ella escuchó esa palabra la noté triste, aunque intentara ocultarlo, aun así, asintió a la cuestión.
— Quisiera ayudarla, pero es importante que sepa que un divorcio sin el consentimiento de su marido es más complicado

Eva: — Pero, ¿no se puede hacer nada? Por favor, ayúdeme. Él no me trata bien desde hace años y yo ya no puedo más. Estoy desesperada

Mientras lo decía, fue bajando su tono de voz y hubo algo en mí que la entendió y tuvo compasión por sus palabras.
Se notaba que en verdad no la estaba pasando bien con su matrimonio y quién sabía qué cosas hacía su marido para tratarla mal.

— ¿Dice que no desea comentárselo?

Eva: — Aún no

— Está bien, haremos todo el papeleo sin él, yo me encargaré de ello

El Secreto De Mi AbogadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora