Capítulo 11: Sentimientos ocultos

608 24 0
                                    

Sábado.

EVA

Unas cuantas semanas habían transcurrido desde todo el alboroto y el desafortunado incidente que tuve que vivir. Finalmente, mi vida parecía volver a la normalidad y tomar un nuevo rumbo.

Matías: — Voy en camino, no tardo

— Vale, te espero

Matías: — Adiós

Colgó la llamada, y noté que Clara, el ama de llaves, chef y encargada de la limpieza de la casa, estaba pasando la aspiradora por la sala.

— Déjamelo a mí, yo me encargo de la limpieza

Clara: — Señora, pero...

— El señor Melgar no se enfadará contigo, te lo prometo. Además, me aburro mucho estando aquí sin hacer casi nada — dije y ella sonrió con cortesía ante mi comentario.
— Es más, si quieres tomarte el día libre, adelante

Clara: — Muy bien, si eso es lo que desea, señora. Regresaré el lunes

— Perfecto, que te vaya bien

Ella apagó la aspiradora, recogió sus cosas y se fue. De hecho, no solo le dije que podía irse para que yo hiciera la limpieza y así distraerme, sino que también tenía otros planes en mente para cuando Matías volviera del trabajo. El principal: que me hiciera el amor.

El médico me había dado el visto bueno para retomar nuestra intimidad, y tenía muchas ganas de estar con Matías. Estaba decidida a dejar atrás todo lo negativo y vivir plenamente en el presente.

A continuación, empecé a limpiar lo que faltaba en la casa, recorriendo todas las habitaciones de ese amplio y lujoso hogar con un diseño minimalista. Por último, subí a la segunda planta, donde solo había dos habitaciones, una al lado de la otra. Una de ellas estaba cerrada y me llamó la atención, ya que el pomo de la puerta era dorado, a diferencia de los plateados de las otras habitaciones. Entonces, recordé haber visto una llave del mismo color en uno de los cajones de la mesita de noche de nuestra habitación. Fui a buscarla y, al regresar, probé la llave y la puerta se abrió.

«¿Dónde están las luces?», me pregunté en voz alta al ver la habitación completamente a oscuras.
Comencé a tocar las paredes en busca de un interruptor, pero antes de encontrarlo, las luces se encendieron repentinamente, activadas por mi voz, lo que me asustó. Sin embargo, dado el lujo de la casa, no era sorprendente que contara con tecnología avanzada.

Miré a mi alrededor y me quedé atónita. La habitación tenía una paleta de colores rojo, dorado y negro.
La alfombra que cubría el suelo era roja, y había dos camas: una roja que se consideraría normal y otra extraña. Además, en la pared había dos objetos de madera, grandes y misteriosos.
Intenté retroceder para salir de la habitación, pero me encontré con un cuerpo sólido. Cuando me giré, me di cuenta de que era Matías.

MATÍAS

Regresé del trabajo, entré a casa y empecé a buscar a Eva. Sorprendentemente, no la encontré en su habitación, lo que me llevó a recorrer las demás habitaciones antes de finalmente descubrirla en la última en la que menos esperaba encontrarla.

— Veo que ya la has descubierto — dije sonriendo cuando ella se dio la vuelta para mirarme.

Eva: — ¿Qué es todo esto? — preguntó atónita y volviendo a mirar la habitación.

— Mi patio de juegos

Eva: — ¿Eres un sádico?

Me miró otra vez, frunció el ceño y asentí a su pregunta.

El Secreto De Mi AbogadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora