Capítulo 58: Falsa alarma

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EVA

Martes, 13:56 p.m.

Paula: — Nos divertimos mucho y Alaska es realmente hermosa

Evelin: — ¿Pero hace mucho frío, verdad?

Paula: — Sí, pero como a Julián y a mí nos encanta el frío, la experiencia no fue tan mala

Sonia: — ¡Qué genial! Yo también quisiera irme de viaje

Evelin: — Yo también, pero en verano, no me gusta salir en invierno

Paula: — Claro, tú prefieres el calor

Evelin: — Pues sí. ¿Qué les parece si planificamos un viaje para el verano?

Sonia: — Sería genial, además, solo nosotras cuatro

Paula: — Cierto, podríamos ir, pero no sé con quién dejar a los niños

— Dímelo a mí, que ni ha nacido aún

Sonia: — ¡Ay amigas! Es verdad, podríamos quedar en alguna casa y hacer algo, así no tienen que dejar solos a los peques

Evelin: — Una desventaja de tener críos

Paula: — Sí, pero es bonito

Sonia: — No creo que sea tan agotador, ¿o sí?

Paula: — Ja, ja, ¿que no es complicado? Ya verán cuando tengan hijos./

Evelin: — Yo no sé, no creo que tenga

Sonia: — Yo es que no quisiera

Paula: — Lo mismo decía yo y mírame, con dos retoños.
Con la edad, tal vez cambien de opinión

— Yo creo que con la edad vas teniendo más ganas, tal vez no con todas las personas pasa lo mismo, pero con la mayoría.
Antes yo no quería, pero a los veinte y tantos me planteé la idea y ahora me siento feliz por cumplirlo

Sonia: — ¿Crees que cuando cumpla veintinueve querré tener hijos?

— No sé, pero tal vez veas la maternidad de otra forma

Evelin: — ¡Buah! Lo que a mí me da más miedo es el parto

Sonia: — Es doloroso, imagino

Paula: — No tanto, al menos a mí no me dolió mucho, pero hay que ver a Eva

— Deseadme suerte

Sonia: — No te preocupes, estaremos contigo.

Evelin: — ¿Aún sigues yendo a las clases de preparación?

— Sí, hoy tengo que ir por la tarde. ¿Qué hora es?

Paula: — Las dos y cuarto

— ¡Mierda! Y la clase empieza a las tres

Sonia: — ¿A cuánto está de aquí?

— Como a media hora

Sonia: — Te llevo yo si quieres

— Vale

Paula: — Chicas, nos vemos otro día

Sonia: — Chao

Evelin: — Adiós, chicas, Eva, cuida del bebé

— Siempre lo hago — dije, sonreí y di un abrazo de despedida a Paula y a ella.

Más adelante, fui a la clase de preparación para el parto, donde se realizaban simulaciones y ejercicios para relajar el cuerpo, además de enseñar los cuidados del bebé. A estas clases, Matías siempre me acompañaba, pero esta vez no pudo debido a asuntos importantes en la empresa. Así que fui sola y se me hizo un poco aburrido, ya que normalmente nos distraíamos juntos, porque la parte teórica de la clase resultaba monótona, la profesora repetía incesantemente lo mismo.

El Secreto De Mi AbogadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora