Capítulo 55: Emociones a mil

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EVA

Pasadas las dos semanas en las que Matías no estuvo en España debido a sus reuniones en Japón, me encontraba ocultando la noticia de mi embarazo cada vez que hablábamos por mensaje o videollamada, temiendo otra desilusión. Ya llevaba dos meses y tres días de embarazo, a punto de someterme a una operación y esperando el regreso de Matías de su viaje a Japón.

Matías: — Pensé que estarías dormida

— Quise esperarte

Él se acercó a mí mientras miraba una película en la cama.

Matías: — ¿Cómo te ha ido?

No respondí, pero lo callé con besos.

— Bien. No sabes cuánto te eché de menos

Matías: — Yo también

Entonces, Matías me juntó más a su cuerpo, típico de él cuando quería demostrarme su amor, pero no podía hacerlo porque no quería que mi sorpresa saliera a la luz. Así que intenté mantenerme un poco alejada de su cuerpo para ocultar mi creciente vientre.

— Bueno, ¿qué te parece si nos acostamos? Ya es tarde — propuse, volviendo a la cama y acomodando almohadas.

Matías: — Pero yo quiero hacer algo más, ¿tú no?

Me jaló hacia él, y mi trasero rozó su miembro.

— Otro día, ¿no crees? Es que tengo sueño y prefiero dormir

Matías: — ¿En serio no quieres? Yo no tengo sueño

Me hizo reír con su determinación, pero debía resistir por el bien de nuestro bebé.

— Amor, mejor otro día, ¿sí? — dije y le acaricié la mejilla.
— ¿No estás enfadado conmigo?

Matías: — No, ya te lo he dicho antes, si tú no quieres, no voy a forzarte

— Prometo que dentro de unos días lo haremos otra vez y dejaré que me hagas todo lo que quieras

Matías: — ¿Me dejarás llevarte a mi patio de juegos?

— A donde quieras — respondí y nos besamos de nuevo.
— Bueno, ¿nos dormimos?

En ese instante reaccioné porque si no entraría en bucle con sus besos y si eso pasaba significaría que dentro de unos minutos él acabaría dentro de mí.

— Por cierto, tienes que contarme cómo es Japón, ¿es bello?

Matías: — Pues sí, no tuve tiempo de ir a ningún lugar emblemático, pero las otras veces que he ido visité algunos lugares chulos y cuando quieras podemos ir y te llevo a conocerlos

— Me encantaría

Matías: — ¿Qué te parece el mes que viene?

— Creo que no podré. Tengo que hacer unas cosas, pero sin prisas, tenemos todo el año para ir

Apagué la lámpara y me acurruqué junto a Matías. Nuestros cuerpos se rozaron, y jugué inocentemente con la idea de la intimidad. Hice como si fuera un accidente rozar varias veces con su miembro.

Matías: — Si sigues así, lo más probable es que dentro de unos minutos te tenga atada frente a mí, mientras te follo lo más rápido que pueda

— Je, je, vale, lo siento, es que no me di cuenta

Matías: — Mmm, Eva, detente

— Vale, ya está, solo era para darte la bienvenida, nada más

Matías me atrajo más hacia él y me abrazó con fuerza. Luego, me regaló algunos besos en el hombro y el cuello. Posteriormente, colocó su mano en mi cintura, deslizándola lentamente hacia mi abdomen, lo que me inquietó, ya que temía sentir mi vientre abultado, pero afortunadamente no comentó nada al respecto; quizás no se percató de ello.

El Secreto De Mi AbogadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora