Capítulo 27: Accidentes intencionales

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Cuatro días después

MATÍAS

Lunes, 6:03 a.m.

Tan solo salió el sol, me dirigí directamente a una dirección donde esperaba encontrar a la autora de mi creciente enfado, que no me había permitido dormir. Parecía que Mar se había dado cuenta de que su plan había fracasado, ya que se había mudado de su apartamento anterior, ese lugar que solía ser un desastre, al que había ido varias veces para dejarle dinero cuando me lo pedía.

Mar sabía que ya no podía escapar de su destino, que la policía la atraparía, y que esta vez no se saldría con la suya. Sin embargo, como no habíamos contactado a la policía, no habían tomado medidas, y yo tenía que hablar con ella primero.

Cuando llegué a la dirección proporcionada por unos hombres que habían sido clientes de Mar y a quienes no les costó soltar la información, tuve que pagarles generosamente. Pero lo que realmente me importaba era poder enfrentar a la mujer que más había odiado en los últimos días y desde que lamentablemente la conocí.

Mar: — Pol, ya te dije que no vinieras a esta hora — dijo al abrir la puerta y, al verme, intentó cerrarla rápidamente para evitar que entrara. Sin embargo, logré empujarla y entrar.
— ¡Vete de aquí!

— No, no me iré hasta que me digas quién es el verdadero padre del bebé que esperas

Mar: — ¡Dios mío! Obviamente, eres tú, ¿de quién más podría ser?

— Pues, según lo que he descubierto, no lo parece. ¿Te enteraste de lo que pasó con los rusos, verdad? — pregunté, y ella me miró de inmediato, aunque pretendía hacerse la inocente, sabía perfectamente de quiénes hablaba.

Mar: — No sé de qué estás hablando

— ¡Ah!, no lo sabes?

Mar: — No, y ahora vete — respondió con enojo, pero la verdadera furia la sentía yo, no ella.

— Vas a acompañarme a la comisaría y contarás todo lo que has hecho. Luego, cuando llegue el momento, el médico me llamará para hacer la prueba. Y así, todo esto llegará a su fin, y yo me liberaré de este embarazo y de toda esta mierda

Mar: — ¿Por qué lo niegas? ¡Este niño es fruto de nuestro amor! — exclamó, aunque llena de furia. No pude evitar soltar una carcajada.

— ¡Amor mis cojones!

Mar: — Esa maldita se lo merecía. Ojalá todo hubiera salido según el plan. Ahora, estarías conmigo y con nuestro hijo por el resto de tu vida y la mía

— En tu puta vida vuelvas a insultar a mi novia

Mar: — ¡Ah! ¿Es esta tu novia?
¿Realmente la consideras tu novia? Esa mujer solo se está aprovechando de ti, y cuando te des cuenta, te abandonará. Pero si cambias de opinión ahora, tú, yo y nuestro hijo podemos ser felices. Así que ven, dejemos este malentendido atrás y seamos felices — dijo, y yo me quedé sin palabras.
La ira me consumía por dentro, así que no dije una palabra más y la agarré del brazo.

— Vamos a la comisaría ahora, quieras o no

Mar: — ¡Suéltame! No iré a ningún sitio — gritó, tratando de liberarse, y abrí la puerta.

— Si intentas salir corriendo, te esperan varios guardias afuera, así que te aconsejo que no lo hagas

Ella se zafó de mi agarre mientras cerraba la puerta, y de repente, gritó fuertemente. Me giré y la vi tirada en el suelo, justo en el borde de los escalones. Y eso que desde donde yo estaba, había varios escalones.

Mar: — ¡Maldito, me tiraste!
— exclamó, retorciéndose y bajé hasta donde estaba ella.
En ese momento, pensé que era otra de sus mentiras, pero al ver la sangre que brotaba debajo de su cuerpo, supe que era real.

— ¡López! — grité escaleras arriba, y él subió unos segundos más tarde.
— ¡Maldición!

Mar: — ¡Eres un idiota!

EVA

7:12 a.m.

Matías había salido temprano para resolver el problema con ya sabes quién. Esa mujer nos había vuelto locos desde que apareció con su supuesto embarazo de Matías y todas las cosas que habían ocurrido. Empecé a creer completamente en las palabras de él y en su inocencia en ese asunto. Luego, marqué el número de Matías, y le costó responder.

— Amor, ¿cómo vas? ¿Matías?
— pregunté de nuevo porque no estaba respondiendo, aunque había contestado la llamada.

Matías: — Mmm, no puedo hablar ahora. Será mejor que vengas al hospital — dijo y colgó.
Eso me hizo estremecer, porque su voz sonaba diferente a lo habitual.
Se le notaba preocupado.

7:34 p.m.

Llegué al hospital rápidamente y encontré a Matías en unos asientos de piedra fuera del hospital. Tenía las manos juntas y miraba al suelo.

— ¿Amor? — murmuré con voz suave, y él alzó la vista. Su rostro solo confirmó lo que su voz sugería.

Matías: — No sé qué he hecho

— ¿Qué hiciste?

Matías: — He matado a un niño
— respondió con la mirada perdida.

— ¿Un niño? Matías, no me asustes. ¡Matías! — lo llamé nuevamente, ya que parecía ajeno a mi mirada. Continuaba perdido en sus pensamientos.

Matías: — Mar cayó por las escaleras mientras la sujetaba del brazo, y... Empezó a sangrar. El doctor me dijo que perdió al niño — explicó, y sentí que el mundo se desmoronaba a mi alrededor.

— ¿¡Qué!? — pregunté aturdida, parpadeando varias veces. — Tal vez ella se cayó sola — sugerí, pero él negó con la cabeza.

Matías: — Me siento culpable. No puedo saber si ese niño era mío o no, y si lo era, yo lo maté — mencionó, pasándose las manos por el cabello.

En ese momento, López, un hombre que se acercó a nosotros, instó a Matías a entrar al hospital.

López: — Señor, tiene que entrar. Ella ha dicho que le pondrá una denuncia, y si es así, la policía vendrá cuanto antes. Por suerte, tardarán en venir, y su abogado está por llegar.

Matías se levantó y entró al hospital, dejándome en un estado de desesperación.

López: — Señorita, tenemos que quedarnos aquí.

— ¿Quién fue? Sé que Matías no lo hizo — dije con lágrimas en los ojos.

López: — Yo tampoco lo creo, pero hasta que no se encuentren pruebas, no podemos confirmarlo — aclaró, y rompí a llorar.
Entonces, me atreví a abrazarlo, y aunque pareció sorprendido, comprendió mi desesperación y no me apartó. Aunque no me devolvió el abrazo, permaneció inmóvil. Apenas nos conocíamos, habíamos cruzado unas pocas palabras, pero yo estaba destrozada. No podía permitirme creer que Matías hubiera sido el culpable. No podía ser verdad; él no sería capaz de hacer eso.




El Secreto De Mi AbogadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora