Capítulo 37: Reencuentros

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EVA

Sábado, 20:15 p.m.

El día anterior, había sido el veredicto final del juicio.
Ahora, estaba en mi habitación, acostada en la cama y ansiosa por recibir noticias de Daniel sobre cuándo liberarían a Matías de la cárcel. No obstante, Daniel no respondía, simplemente me dejaba en visto.

Entonces, el timbre de la casa sonó, y decidí bajar hasta la puerta principal. Al principio, pensé que tal vez eran Leonardo y Sabrina, quienes solían olvidar sus llaves, como les había pasado antes, pero resultó ser alguien más.

Cuando abrí la puerta, me encontré con Matías, elegantemente vestido.
En su espalda, escondía una rosa que me mostró al verme. Pero lo que realmente me emocionó no fue la rosa en sí, sino el hecho de verlo nuevamente frente a mí.

- Amor - susurré entre lágrimas, y me lancé hacia él, envolviéndolo en un abrazo profundo y apasionado.
En silencio, ambos compartíamos la dicha de estar reunidos una vez más.
Con ternura, me levantó en sus brazos, y yo rodeé su cintura con mis piernas, aferrándome a él como si no quisiera soltarlo nunca.

Matías: - No sabes cuánto te extrañé
- dijo y me besó.

Mi cuerpo se estremeció con ese beso.
No recordaba que así de buenos eran sus labios, pero volver a sentirlos me llenó de vida.

Clara: - ¡Oh, señor Melgar! ¡Ha vuelto! - exclamó a nuestras espaldas y se acercó a nosotros.
- Bueno, lamento interrumpir, es que al verle me dio mucha alegría

Matías: - Gracias, Clara

Clara: - Me alegra mucho de volver a verle - dijo con una sonrisa.

Matías: - Lo mismo digo

Clara: - Bueno, yo marcho a casa, buenas noches y vuelvo a decirlo, me alegra verle

Matías: - Gracias y buenas noches

- Buenas noches, Clara, adiós

Clara: - Adiós, hasta mañana

Matías: - ¿Entonces, tenemos la casa sola? - me preguntó y me tomó por la cintura, pegándome a su cuerpo.

Leonardo: - ¡Matías! - exclamó al entrar por la puerta que, segundos antes, había abierto con la llave, la cual, desafortunadamente, no se les había olvidado esta vez, y nosotros le miramos.

Matías: - Padre - dijo con seriedad y él se acercó a nosotros.

Leonardo: - Siento mucho lo que pasó y me siento avergonzado por creer cosas de ti que no eran ciertas, te pido que me perdones por eso

Matías: - No te preocupes

Leonardo: - Por cierto, ella es Sabrina

Sabrina: - Hola Matías, mucho gusto

Matías: - Hola

Sabrina: - ¿Cómo estás?

Matías: - Bien

Leonardo: - Bueno, no agobiemos a Matías, dejémoslo descansar - dijo y le dio dos palmaditas en el hombro.
- Mañana quisiera hablar contigo

Matías: - Ya veremos

Leonardo: - Bien, nosotros nos vamos a dormir, buenas noches

- Buenas noches

Sabrina: - Buenas noches

Cuando ellos se fueron, Matías me volvió a mirar y tomó otra vez por la cintura.

Matías: - Entonces... - susurró, mirándome de arriba a abajo, y una sonrisa se dibujó en mi rostro.

El Secreto De Mi AbogadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora