Capítulo 10: El comienzo de una vida nueva

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Martes, 15:11 pm.

EVA

Ya me habían dado de baja en el hospital y ahora solo tenía que reposar para recuperarme por completo.
Matías me llevó en brazos hasta el coche,
preocupado por mi debilidad, evitando que caminara por mi cuenta.
Aunque, a decir verdad, tampoco es que soportara dar más de dos pasos seguidos.

Matías: — ¿Sí? ¿¡Qué!?
Maldita sea. Pues me da igual, búscalo
— dijo al teléfono y colgó.
— El imbécil se escapó ayer por la tarde cuando se enteró de que la policía lo buscaba

— ¿¡Qué!? ¿Y ahora qué haremos?

Matías: — No pueden meterlo en la cárcel, pero no te preocupes
— respondió mientras ponía en marcha su coche.

15:43 p.m.

Durante el trayecto a su casa, guardamos silencio. Matías estaba visiblemente enfadado, pero cuando notaba que me sentía mal, cambiaba su actitud, mostrándose atento.
En cierta manera, agradecía su preocupación, ya que él era una de las pocas personas que realmente se preocupaba por mí, apartando a un lado a mis amigas y a mi padre.

Llegamos a su casa, y nuevamente me llevó en brazos, depositándome en su habitación.

— Gracias, de verdad

Él sonrió, y yo le acaricié la mejilla.

— Me daré una ducha

Matías: — Está bien. Avísame si necesitas algo

García: — ¡Señor! — dijo y se apareció en la puerta, visiblemente agitado.

Matías: — ¿Qué sucede?

García: — Lo han encontrado; está en su departamento y lo tienen.

MATÍAS

Me acerqué a él, saliendo de la habitación y dejando la puerta medio cerrada.

— Quédate con la señorita Ladislau, cuida de ella, y si le llegara a suceder algo por tu culpa, estás muerto, ¿entiendes?

García: — Sí, señor — respondió antes de que volviera a entrar en la habitación

— Me tengo que ir, pero García estará pendiente de ti, y Clara, mi chef y ama de llaves, también puede ayudarte en lo que necesites

Eva: — ¿Tardarás mucho?

— Vendré lo más rápido que pueda
— respondí y me acerqué para darle un beso.
— Llámame por si me necesitas o lo que sea — mencioné acariciándole el rostro, y ella asintió.
— ¿Necesitas que saquen tus cosas del departamento?

Eva: — No son cosas importantes, solo quisiera una caja marrón de madera que está dentro de un armario

— Las traeré igualmente y traeré lo que pides

Eva: — Vale

— Adiós

Tras despedirme, me dirigí al departamento donde se encontraba el imbécil de Pablo.

16:22 p.m.

González: — ¡Por fin llegas! — exclamó un amigo policía de varios años.

— ¿Dónde está? — pregunté de inmediato, sin un saludo previo y señaló hacia el interior del departamento.

— Déjame hablar con él a solas, diles a tus hombres

González: — Pero que sea rápido, si no mi jefe se enfadará si se entera

El Secreto De Mi AbogadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora