Capítulo 2

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Capítulo 2

Dos semanas. Dos semanas sintiéndome como un ave en cautiverio. Tres semanas sintiéndome como una extraña en este enorme lugar. La única visita constante que viene a verme es la organizadora de bodas, quien vino a visitarme al día siguiente de la noticia. Papá se encargó de contratarla, y de darle una lista de mis "preferencias", lista que me he dedicado a ignorar

Pueden hacer lo que quieran, total, ya he sido entregada al mejor postor. Trato, en verdad trato, de no ser una malcriada, una insolente o malagradecida. Pero es difícil, mi vida, no es mía. Adrián dejó el lugar ese mismo día junto con mi papá. No he sabido nada de ninguno de los dos y me da absolutamente igual

Sandrine me alimenta, y sigo sin entender en qué momento sale hacer las compras, porque el refrigerador siempre está lleno, pero nunca he visto que ella dejé el lugar

—¿Le gustan las flores, señorita?

—Por supuesto

Respondí, pero continúe mirando fuera de la ventana, siento el regocijo de la organizadora, absolutamente feliz de dejarlo todo en sus manos, estoy completamente segura que está organizando su boda soñada y no la mía

Mis ojos se llenan de lágrimas de rabia, ¿cuántas veces fantaseé con salir del internado y recorrer el mundo? Conocer a un buen hombre, casarme con él y quizás, en un futuro, tener hijos. Pero ese futuro ya no existe, al menos no para mí

El pitido del elevador sonó, llamando la atención de la organizadora y de Sandrine, quien se acercó a recibir al invitado

—Buenas tardes

La grave voz de Adrián me hizo tensar, las dos mujeres contestaron gustosas su saludo, una más que la otra, pero ignoré el sentimiento extraño que eso ocasionó en mi pecho

—Señor Pertusgo, su prometida y yo estamos dando los últimos detalles de la boda. Será como un cuento de hadas

Adrián se acercó a donde nos encontramos y tomó de la mesa la libreta donde la organizadora apuntaba todo sobre la ceremonia y celebración, hojeo con cuidado cada página, guardando silencio, causando tensión en el ambiente. ¿Siempre sería así? ¿Siempre me sentiría tensa junto a él? ¿Quería sentirme de otra manera?

—Estos no son los gustos de mi prometida, señorita Gómez—su afirmación me hizo mirarlo directamente, pero él siguió observando las páginas de la maldita libreta—Le aseguro que la señorita Scott no quiere que palomas sean liberadas cuando salgamos de la iglesia. Le tiene terror a las aves

Lo miré atónita, ¿cómo sabía eso?

››Tampoco le gusta el color verde y veo que predomina demasiado ese color, ¿por qué no veo nada de color amarillo aquí?—su mirada conectó con la mía por unos segundos, para después voltear a ver a la señorita Gómez—¿Está segura que la boda es al gusto de mi prometida? Porque aquí no hay absolutamente nada que me indique eso. Creo que vamos a prescindir de sus servicios por el momento

Un enorme hombre tatuado entró a la sala, le señaló a la señorita la salida, indicando en silencio que saliera del lugar

››Voy hacerle llegar un cheque por las molestias, cuando mi prometida se decida por lo que realmente quiere, la llamaremos

La señorita Gómez se levantó de su asiento y salió del lugar, con el enorme hombre custodiándola. Sandrine regresó a la cocina, mientras que Adrián tomó asiento a mi lado

—Sé que esto es difícil, solecito. Pero en cuanto antes te acostumbres, mejor será para los dos

Solté un suspiro, pero me negué a mirarlo de forma directa. De adolescente, durante una época, me emocionaba pensar que quizás, en algún momento, yo sería quien se casaría con Adrián. Pero sería porque él me escogería a mí, no porque sea su segunda opción. El comodín. Su "porqué Emmy no quiso". Simplemente, no era justo

IneffableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora