Capítulo 28

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Capítulo 28

Capítulo final

Irina Pertusgo

Cinco años después

Me pegué al cuerpo de mi esposo y dejé que él llevará el ritmo en la pista de baile, los novios pasaron por nuestro lado y nos sonrieron antes de salir huyendo de la boda, busqué los ojos de mi esposo y su sonrisa cómplice solo me confirmó que él también pensaba lo mismo que yo. Los novios se estaban fugando de su propia boda a tan solo una hora del comienzo de la misma

—Las bodas siempre me ponen nostálgica—dije, acercándome aún más a su calor

—¿Por qué? ¿Te hacen pensar en que nuestra boda ha sido la mejor?—dijo, luciendo engreído y orgulloso por haberme dado la boda de mis sueños

—Yo no he dicho eso

—Y tampoco lo has negado, solecito—suspire, como cada vez que mi apodo sale de sus labios

—Me encanta que me llames así—me besó la frente y me apretó a su lado—¿Cuándo vas a contarme la historia de cómo nació ese apodo?

—Ya te lo dije, te vi en la feria hace años en Suiza y simplemente supe que me pertenecías

—Quiero la historia completa—dije, cerrando los ojos y dejándome guiar por la sensación de paz que siempre me da estar en sus brazos y por la atmosfera romántica que sola las bodas pueden crear

—Algún día, mi amor. Algún día, te lo prometo

[...]

Hace muchos ayeres, en una feria local de Suiza, con un Adrián atormentado y una Irina infeliz

El joven apagó el cigarrillo que llevaba demasiado tiempo en su mochila de viaje. Miró como la colilla terminaba por apagarse por sí sola, antes de aplastarla con sus botas de combate. Tomó un tragó de la botella escondida dentro de la bolsa de papel, antes de también tirarla junto con el cigarrillo, en medio de la calle, importándole poco las reglas del condado

Hace unos meses él había sido el chico modelo. Excelentes calificaciones, excelentes modales, excelentes amigos, pero se había cansado. Hastiado y harto de las personas a su alrededor, solo necesitaba un descanso. Volver a encontrar su rumbo. Durante años fue el títere de su padre, haciendo y diciendo lo único que tenía permitido, viviendo dentro de las líneas y parámetros que él le había impuesto, pero, ¿ahora que el viejo se había muerto por fin?

No tenía ni puta de idea de qué hacer con su vida

Pero de algo estaba seguro, no quería casarse. No con la mentirosa de Emmy y su jodida familia deseosa de pertenecer al mundo de la mafia a como dé lugar

Se quitó la chamarra que poco hacía por cubrirlo del frío y camino sin rumbo durante demasiado tiempo, siguió a las personas que se acercaban a un mismo lugar

La feria anual del condado

¿Cuándo fue la última vez que pudo hacer algo tan mundano como ir a una maldita feria? Nunca, porque los Pertusgo son una familia de renombre que vive por y para las apariencias. No tiene derecho a divertirse, no tiene derecho a reír, no tiene derecho a opinar, no tiene derecho a ser feliz

O no tenía

Porque por fin el viejo se había muerto

Respiro hondo y se rio, libertad, eso era lo que durante los últimos días entraba por su nariz hasta sus pulmones. La maldita libertad

Su celular vibró en su bolsillo, lo sacó para simplemente ver quién era, tampoco quería preocupar más a sus mejores amigos. Error, no eran sus amigos, sino su madre

Regresa Adrián, el compromiso sigue en pie

Ignoró el mensaje y aventó el celular lejos, dejando que se estrellará contra una piedra, ya vería cómo comunicarse con sus amigos después. El bullicio de un montón de chicas lo hizo tratar de enfocar la vista en ellas, todas traían una falda larga enorme y una camisa con un lazo alrededor del cuello. Un internado

La risa de una de las jóvenes lo hizo volver a mirar en esa dirección, y durante esos segundos, se quedó sin respiración y su cabeza se mareó, ¿estaba alucinando por culpa del sueño, del hambre y del alcohol? Porque no podía encontrar otra explicación para la sensación que recorrió a su cuerpo y a su corazón con la simple risa y la vista de... ella

Negó, respiró hondo y enfocó la vista, concentrándose en la mujer frente a él. Irina Scott. Su pelo volaba fuera de su rostro, dejando vía libre para que él pudiera observar su risa, su sonrisa, su rostro. Nunca había sido religioso, pero, ¿acaso era Dios diciéndole que no debía rendirse? Porque entonces no entendía porque un ángel había decidido aparecerse en su camino

No, ella no era un ángel. Era muchísimo más que eso. Más que un Dios. Y más que la religión

Era como si fuera el centro del universo

El centro de su universo

Su propio sol

Y entonces ahí lo supo, por supuesto que habría un acuerdo entre los Pertusgo y los Scott, pero no con la hija que tenían en casa

No, su historia de amor sería con la mujer sonriente que encontró en medio de una feria local en un pueblo lejos de todos

Porque su destino era ella. La hermosa mujer de pelo como fuego y sonrisa de encanto

Su solecito

FIN

No me despido, porque todavía falta el epílogo y los agradecimientos

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No me despido, porque todavía falta el epílogo y los agradecimientos

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