Capítulo 20

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Capítulo 20

Emmy Scott 

Tres meses después

Adrián tomó un trago más de whisky directo de la botella, Hanna lo miró y trató de quitarle la botella 

—Adrián, necesitas comer

—Lo que necesito es encontrar a mi mujer—Adrián aventó el vaso a la pared de enfrente de él 

El hombre frente a mí me hace temblar de miedo y lastima, dos emociones tan contrarias. El odio y rencor en sus ojos hace congelar a todo a quien lo miré, pero su aspecto deteriorado hace que uno le tenga compasión. Las bolsas bajo sus ojos solo demuestran que no ha dormido bien en muchísimo tiempo 

—Adrián, creo que es momento de… hacerte la idea… 

Él se abalanzó sobre Hanna, Niklas y Damon dieron un paso adelante, preparados para detenerlo. Adrián se plantó en su cara, rojo de rabia 

—¡No te atrevas a decirlo! ¡No se te ocurra decir esa maldita palabra! ¡Mi solecito es fuerte! ¡Es una guerrera! Ella es fuerte—su voz se quebró en la última sílaba—Ella jamás me abandonaría… Jamás 

—Adrián…—Lizzie susurró, agarrando su hombro 

—No lo entienden, ninguno de ustedes lo hace—nos apuntó a cada uno—¡Estoy sobreviviendo por pura fe! 

Mi corazón se rompió cuando se cayó de rodillas y comenzó a llorar, agarrando su corazón con fuerza. Mi celular vibró 

Anton
Ya estamos en Francia, cariño. Suerte

Solté un suspiro, y simplemente supo que era momento. Mi familia estaba a salvo y ya nada podría tocarlos 

—Yo sé en dónde está—susurré, la habitación quedó en absoluto silencio y todos me miraron 

—¿De qué demonios hablas, Emmy?—Lizzie se acercó a mí, tratando de lucir amenazante 

—Sé en donde pueden encontrar a Irina—hablé más fuerte, tomando valor 

—¿Qué hiciste, Emmy?—me preguntó Hanna, luciendo desolada

—¿¡Qué demonios le hiciste a mi mujer!?—Adrián se levantó, luciendo furioso, Niklas lo sostuvo con fuerza 

—¡No te atrevas a culparme! ¡No te atrevas a creer por un segundo que yo fui capaz de hacerle algo a mi hermanita! 

—¿¡Hermanita!? ¿Te atreves a llamarle hermanita a quien abandonaste?—me gritó Adrián, luciendo furioso

—¡No sabes por qué lo hice!

—¡Porque eres una egoísta! 

—¡No! ¡No te atrevas a acusarme de egoísta, cuando fue culpa tuya que ella desapareciera!—un jadeo colectivo se escuchó en la habitación—¡Todo lo que yo hice, lo hice por su bien! ¡Pensé en ella! ¡La cuide a manera!—Adrián abrió la boca para alegar, lo mandé a callar—¡Callate! ¡Tú eres el egoísta, te la quisiste dar de superhéroe y por tu culpa se fue! ¡Creíste que podrías pelear contra ella y perdiste! 

—¿Quién es ella?—preguntó Damon, tratando de seguir la información que salía de mi boca

—¿Tan siquiera te pusiste a pensar cómo acepté la culpa de todo sin pensarlo hace tantos años?—continúe con mi discurso—¡Ni siquiera intenté limpiar mi imagen o negué tus acusaciones! 

IneffableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora