XXVI-Juntos

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Pasaron varios días en los que aún seguían sin entender el como Jiang Cheng le había caído tan bien a Lan Qiren, incluso Xichen le había admitido al día siguiente de la cena lo impresionado que estaba por eso ¿tan difícil era conseguir la aprobación de su tío?

Xichen brevemente le había explicado que ningún Lan era racional a la hora de enamorarse, por lo que eran altas las probabilidades de que quien escogiera de pareja no fuera del todo con los estándares de la familia. Era algo que le había pasado a su padre y a su hermano.

-¿Tu tío nunca se enamoró de nadie? -preguntó extrañado.

-Lo hizo, pero esa persona ya tenía otra familia. Luego... sufrió una enfermedad sin cura y tristemente falleció -explicó-. Mi tío no está en contra ni de ti ni de Wei Ying, solo tiene miedo de que a-Zhan o yo suframos. Anoche cuando vió que eres tan responsable con a-Yi y que me haces feliz, claramente ibas a ser aprobado al verte así.

Xichen que estaba sentado por detrás de Jiang Cheng (quien al ver que la lluvia amenazaba en caer solo quería estar acurrucado en los brazos de su novio) apretó más su abrazo y comenzó a dejar besos en su cuello, por donde el suéter (claramente suyo), dejaba ver la piel antes bronceada que poco a poco se iba volviendo más blanca al no tener contacto con el sol, quedando un extraño degradado.

Al sentir los labios de su novio sobre su cuerpo comenzó a sonreír, le gustaban esos momentos en los que simplemente había mimos, nada con una connotación sexual, solo estar fundidos en un abrazo. Pero era a su vez un hombre al que le gustaba jugar con los límites de su novio ¿Qué tan malo podía ser provocarlo solo un poquito?

Sutilmente fue moviendo su cabeza hasta el lado contrario a donde estaba su novio, dejando más espacio para que abarcaran sus labios, soltando leves gemidos cada tanto, al principio falsos pero al final debían ser contenidos para no alertar a su hijo. Sin duda Xichen había descubierto su juego y se lo había tomado como un reto.

-A-Cheng, no juegues con fuego si tienes miedo de quemarte...

Sus manos ya se habían introducido por debajo del suéter, tocándolo suavemente en las zonas más sensibles del Jiang, quien inconscientemente se encontraba arqueando la espalda mientras jadeaba suavemente, deleitando gratamente al Lan.

-De... Detente -dijo tartamudeando levemente.

-¿Uno rápido? Hace tiempo no te toco... -pidió hablándole al oído, haciendo que el aliento caliente impactara con su piel.

-Tu te jodes -se separó rápidamente para girarse a verlo-, ayer por poco no me entregaba en bandeja de plata -lo señaló con seriedad-. Tus celos y tu desperdiciaron la oportunidad Lan Huan.

En nombrado se quedó pensando seriamente las palabras del otro, llevándose sutilmente la mano a la barbilla, como si no recordara lo del día, Jiang Cheng lo conocía demasiado como para saber que estaba actuando con el fin de poder terminar convenciéndolo.

-Aléjate -dijo cuando el Lan comenzó a acercarse de nuevo-. Tengo que ir a una reunión con Jin Zixuan.

-¿No te cae mal tu cuñado? -preguntó rodeándolo con sus brazos nuevamente.

-Si, pero es por trabajo. Debo ir -contestó manteniendo la compostura.

-¿Y luego?

-Cena en casa de Wei Ying.

Xichen lo miró con un puchero en sus labios, recibiendo solo un golpe en el hombro y luego un beso en la mejilla.

-Puedo compensarlo si te portas bien y me dejas ir ahora -dijo finalmente.

-¿Una semana?

-Tres noches y no se discute, o será menos -determinó sonrojándose.

Finalmente fue una noche más de la planteada, pero para la sorpresa de ambos fue a petición de Jiang Cheng, quien la mañana siguiente se despertó con una sonrisa y un leve dolor en su cintura que no había sentido los días anteriores. Lan Huan podía ser delicado cuando quería y eso podía ser bueno como una tortura, como esta vez que cada noche lo había dejado con ganas de más.

El detrás de escena - XichengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora