Capítulo 51: Significados a través del tiempo

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De alguna forma, Holam sintió que alguien lo llamaba desde un lugar lejano

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De alguna forma, Holam sintió que alguien lo llamaba desde un lugar lejano. Era difícil saber si era cierto, porque ni siquiera sabía dónde estaba. Era aún peor, no sabía si realmente estaba.

 ¿Era un ser físico?, ¿alguna vez Holam había existido? 

 ¿Quién era Holam?

 Las memorias, que permanecían por lo general bastante lúcidas, giraban como manchones luminosos en un torbellino que se perdía en el vacío. Por allá, tenía que perseguirlas, sino olvidaría quien era. 

  Desliza, desliza. Listo. Holam estiró una mano casi fantasmal, el color de su piel como desvaneciéndose. Intentó hundir sus dedos en la radiante paleta de luces coloridas, pero entonces, una figura oscura apareció entre él y el torbellino. 

 Retrocedió preso del miedo. El ser de mantos ondulantes era definitivamente sacado de las tinieblas, desprendiendo la misma esencia del mundo que lo rodeaba. A pesar de sus características similares, parecía que un aura violeta recorría los contornos de su cuerpo. 

 El ser estiró una mano hacia Holam, no en gesto hostil.

  ¿Quiere que la tome?, ¿debería hacerlo? Estoy cansado. 

El joven movió su extremidad, preparado para elegir aquel camino. 

  Si lo hago, hallaré una respuesta. ¿No? 

 Holam se detuvo, escudriñando con atención lo que había debajo de esa capucha siniestra. Entonces lo vio: sí que tenía una cara, no era una criatura vacía, como supuso antes. Ya era la cuarta vez que se lo cruzaba y recién lo notaba. Qué negligente. 

  Espera. Eso es... 

 Lo que ese lugar mantuvo oculto era una cara joven, de ojos negros desprovistos del brillo de un ser vivo. Las sombras que había debajo chorreaban un líquido negruzco, tal vez sangre. Le hizo gracia la nariz y el mentón, puntiagudos, como esa persona a la que odiaba cada vez que veía en el espejo.

 La sensación de asco y repulsión hicieron a Holam recuperar su cordura. 

  ¿Qué es esto?, ¿por qué me muestras esto? 

 Cuando intentó huir, el ser se distorsionó. No solo sus ojos, sino que también desde su boca, nariz y hasta de las orejas comenzó a derramarse la sangre negra. Su estruendoso y agudo grito hicieron a Holam desear arrancarse los oídos. 

 Dolía tanto que quiso morir rápido. Si esto era la muerte, debía culminar lo antes posible. Pero el tiempo que había pasado dentro de esta pesadilla era incalculable. ¿Eran horas?, ¿días?, ¿meses? 

 ¿Qué estaba haciendo antes de llegar aquí? 

 ¿Cuál era su historia? 

 No lo recordaba. 

La espina malditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora