12. Tormenta eléctrica

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Me gusta venir de compras solo cuando no hay mucha gente, especialmente no Leo porque a ninguno nos gusta mucho comprar ropa. Especialmente la parte de medirse la ropa y formar fila y que al final, no nos termine gustando o quedando.

— ¿Qué te parece esta? —me enseñó una blusa color negro sin mangas con diseños en el cuello de color blanco.

— Recuérdame por cuánto tiempo estuviste fuera.

— ¿Por qué?

— Ya no usa nada de color negro, está totalmente prohibído en su guardarropa.

— ¿En serio? —la dejó en su lugar y buscó en otro lado.

Un día me desperté y toda su ropa de color negro estaban acomodadas dentro de bolsas que luego donó. Supuse que lo había hecho una de las muchas veces en las que llegaba borracha; o llegaba a la casa y se quedaba dormida apoyada en la puerta de entrada o simplemente, no llegaba. Recuerdo un día en el que recibí una llamada de la policía y mi corazón se heló pensando lo peor de lo peor, la encontraron inconsciente en la calle de tanto alcohol que tenía en la sangre. La vergüenza que invadió todo mi cuerpo cuando a una reunión de padres, llegó con unas gafas de sol y con un aliento apestoso. Quería desaparecer y que nadie supiera que ella era mi madre, que simplemente todo el mundo olvidara mi existencia. Por esas y por muchas otras razones, fue que decidí irme y vivir sola. No tener una madre que me avergonzara y porque prácticamente finjo que está muerta. Porque lo está, para mí.
Vi una blusa de un color celeste claro con detalles en las mangas. Revisé el precio que esté dentro de nuestro presupuesto y le hago señas.

— Llevemos este.

— ¿Ya? ¿Tan rápido?

Asentí y la llevé a la caja. Mientras más rápido acabe con esto, más rápido podré irme. Leo no ha insistido mucho sobre nuestra relación, yo no quiero decirle y sé que ella no lo hará. Jamás querrá quedar como un monstruo frente a su hijo perfecto. Optamos por dejarlo en un: "cambié". Sí, era la mejor opción. Él es la persona a la que más quiero en el mundo y por eso aunque yo sea la menor y exista un estigma, me prometí que debía mantenerlo en su burbuja, una burbuja de protección para que no supiera que es lo que en verdad está ocurriendo. Mantenerlo alejado de esa realidad puede ser peor sí, los tres sabemos que él no vivirá con nosotras. Apenas sus vacaciones se acaben, volverá y decidirá formarse una vida allá. Lo cual es mejor, para ambos. Solo uno de los dos debía de sacrificarse y esa fui yo.

— ¿Vamos a por un helado?

— No lo sé, he tenido que reducir costos para poder seguir pagando el alquiler.

— Es un helado, serán uno o dos dólares menos —torcí los labios. Guardó el regalo recién envuelto en la bolsa reutilizable de gatos que le presté. Siempre llevo una conmigo por ser precavida—. Y, tienes una habitación propia esperando por ti en casa. Sigo sin entender el porqué.

— Porque sí. Ya te dije que cambié, quería alejarme y descubrir quien soy por cuenta propia.

— Me sigue pareciendo una excusa poco válida.

— Piensa lo que quieras —miré la hora en la pantalla del celular. Tengo tiempo—. Bien, vayamos por tu helado.

— ¡Yei!

Parece un niño pequeño cuando se refiere a comer o ver algo que le gusta. Terminó pidiendo uno de chocolate y yo uno de combinación de fresa y vainilla.

— Mamá y yo iremos al cine a ver una película en estreno, pero puedo cancelar para acompañarte.

— No, está bien. Disfruten.

— ¿Le escribirás a Ethan? —hizo un gesto de afirmación.

Decidí, por cuenta propia contarle sobre el trato que tenemos su amigo y yo, claro que obviando ciertas (muchas) partes. Solo comenté lo básico, como que tenemos una relación de casi amigos y que se ofreció en acompañarme lo cual, se lo tomó bastante bien considerando que soy su hermana pequeña y que era bastante sobreprotector conmigo en la escuela. Algo me dice que ya sabe que ese poder se ha esfumado y que puedo cuidarme sola.
Al momento de despedirnos, esperó hasta que pude conseguir un autobús decente para el trabajo. Toby está realizando unas operaciones matemáticas. Sus pequeñas y claras cejas se juntaron mientras mordía el mango de su lápiz verde.

La chica de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora