11. Nave espacial

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🐼: Canción Cactus
Intérpretes: Twice


𝙴𝚝𝚑𝚊𝚗

Mis compañeros han estado un poco raros después del incidente de la fiesta. Tras haberles dicho que todo está bien y que no debían preocuparse de que vuelva a ocurrir y claro, contarles toda la historia con Linet; siguen estando un poco... Diferentes. Quizás más cuidadosos con sus acciones: Grace me regala comida a cada rato como galletas y chocolates, Peter me ayuda con las tareas y William... Él anda perdido. Se encontraba realmente borracho ese día como para recordar algo. Obtuvo la regañada de su vida por parte de su madre cuando descubrió la piscina hecha un desastre al igual que las habitaciones y vómito detrás de la casa. No tuvo más opción que contarle que todo se salió de control.

— Chicos, ¿podemos dejar de lado las miradas de arrepentimiento por favor? —comenté después de recibir tres brownies por parte de Grace. Son los que venden en la cafetería y por ende, conozco los precios— Estoy bien, ya mi labio sanó. En serio.

Los tres intercambiaron miradas. Esto ya se ha vuelto demasiado incómodo. A mis espaldas, la rubia divisó algo o a alguien y le hizo señas a su novio. En un rápido movimiento, el trío se alejó antes de que pudiera decir algo. Negué suspirando.
Sentí un leve toque en mi hombro. Al voltearme, la presencia de la pelinegra me tomó por sorpresa.

— Que extraño, siempre soy yo el que te busca a ti.

— Había que cambiar un poco las cosas —se encogió de hombros. Debido a la luz del sol que entra por el ventanal, sus ojos se ven más claros de lo que parecen. Puedo jurar que tiene unos destellos en verde.

— De casualidad ¿le dijiste algo a mis amigos?

— ¿La rubia, el del piercing y el moreno de rizos bonitos? —asentí— No, ¿por qué habría de hacerlo?

— No lo sé, están un poco extraños conmigo desde la fiesta y apenas te vieron se alejaron. No los miraste mal ¿o sí?

— Nací con un rostro cabreado. Miro mal a todo el mundo.

— Es cierto —chasqueé la lengua y miré los paquetes de brownie en mi mano—. ¿Y ahora qué hago con esto? —murmuré.

— Yo sí quiero, dame.

Juntó sus dos manos a la altura del mentón junto a un puchero. Decidí darle uno. Agradeció y lo guardó en su maleta.

— ¿A qué se debe el motivo de tu visita?

— ¿Tienes una hora libre? —hice memoria entrecerrando los ojos. Asentí.

— Bien, quiero llevarte a un lugar en la noche. ¿A qué hora sales?

— Siete.

— Excelente.

Se alejó. Fruncí el ceño. ¿Así nada más? Sin más explicaciones, ni la dirección del lugar. Podría llevarme a su verdadero cuarto rojo y no tendré la dirección del mismo si algo malo llegase a ocurrir.

— ¿No me dirás a dónde es?

— ¿Confías en mí?

No. Sí. No lo sé. Es muy temprano para decidirlo y con todo lo que ha pasado, creo que ninguno de los dos confía en el otro.

— Te entiendo, yo tampoco confiaría en mí.

— ¡No dije nada! —refuté.

— Estaré cinco minutos a un lado de la heladería. No más ni menos.

Esta vez sí se fue antes de que pudiera seguir con la conversación. Tengo tiempo para pensarlo. Nada ha de salir mal, será un paseo inocente y si me lo ha pedido personalmente ha de ser importante porque quiere formar una amistad... O eso creo.
Es por eso que, después de pensarlo en el resto de mis clases y mi jornada laboral, decido ir, deseando que todo sea diferente y que quizás, solo quizás pueda aclarar mis pensamientos y hacérselos saber. Un ser humano a veces es la droga más adictiva y la más peligrosa; por más que intentes alejarte, algo te hace regresar. O porque nos encanta y atrae el misterio o por el simple deseo de saber más. Y Micaela Luna representa un misterio en su totalidad; con secretos y pistas por seguir. Una droga que te hace querer continuar y entrar a la boca del gato en busca de la verdad. No todo es color de rosas, en especial en el mundo en donde vive. Es muy difícil seguirle la pista con todo ese rollo de los astronautas y su negativismo combinado con una mala actitud.
¿Los polos opuestos se atraen o se repelen? Se atraen.
Las comisuras de sus labios se elevaron levemente al momento de verme de pie frente a ella con una gorra diferente a la del trabajo.

La chica de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora