Emma apagó la videoconsola harta de acabar eliminada por no prestar atención a lo que estaba haciendo. Después de haberse bebido otra taza de café se duchó y se cambió de ropa, no tenía en mente salir de casa pero quería despejar su cabeza un poco.
Un impulso hizo que llamase a su padre para pedirle el número de Regina, la morena no le había dado esa información pero la rubia necesitaba hablar con ella y saber cómo estaba.
David no cuestionó las decisiones de su hija y simplemente le dio esa información sabiendo que tal vez la morena se enfadase por ello. Emma apuntó todos los números y tras colgar a su padre los marcó. Pasó más de diez minutos mirando su móvil antes de animarse a llamarla.
-Capitán Mills.- Se identificó Regina como era de costumbre.
-Hola, soy...soy Emma.- Dijo con voz temblorosa la rubia que por un segundo pensó en colgarle.
-Swan...- Dijo simplemente Regina sorprendida por la llamada de la rubia.
-Sí, le pedí a mi padre su móvil. Simplemente quería saber cómo se encontraba.- Habló Emma que había empezado a dar vueltas por toda su casa muy nerviosa.- No quería molestarla.- Añadió entonces Emma.
-No molesta, debo agradecerle todo lo que ha hecho por mí.- Aseguró Regina.
-No tiene nada que agradecer, siempre que pueda ayudar.- Dijo Emma.
-¿Están las cosas bien por la comisaria?- Preguntó mirando la hora que era.
-Me he pedido el día libre, tenía unas cosas que hacer.- Mintió la rubia pues no podía confesarle que verla ayer en esa situación le había afectado tanto.
Regina se quedó en silencio, no sabía que más decir. La morena se encontraba sentada en uno de los bancos del parque donde le daba el sol, tenía a su hijo en brazos. El niño manoteaba y miraba para todos sitios con sus ojos llenos de curiosidad.
El pequeño escupió de repente su chupete y comenzó a llorar escandalosamente haciendo que Regina lo mirase fijamente.
-Perdone, mi hijo se ha enfadado porque se le ha caído el chupete.- Explicó Regina.
-Tranquila, no la importuno más. Si en algún momento desea tomar un café solo tiene que decírmelo, ya tiene mi número.- Dijo Emma que estaba a punto de colgar.
-Estoy en el parque que queda cerca de mi casa, necesitaba tomar un poco de distancia.- Soltó Regina sin saber porque.- Si quiere pasarse... -Añadió aunque en voz más baja.
-Estaré allí en quince minutos.- Espetó rápidamente la rubia.
Emma se colocó unos de sus vaqueros desgastados y una camiseta y salió en dirección al parque que le había indicado la morena. Tras pasar varios minutos recorriendo todas las zonas que había escuchó el llanto de un niño e imaginó que se trataría de Regina.
La rubia se fue acercando lentamente, estaba nerviosa y no sabía que decir. Regina levantó la cabeza y la vio acercarse.
-Hola.- Dijo entonces Emma quedándose de pie delante de la morena.
-Hola.- Contestó Regina meciendo al niño que no dejaba de llorar.
-¿Cómo estás?- Preguntó la rubia sentándose a su lado.- ¿Puedo tutearte?- Preguntó aunque ya lo había hecho.
-Creo que estaría bien.- Contestó Regina sin dejar de mirar a su hijo.- ¿Cómo debería de estar?- Preguntó la morena de nuevo.
-No lo sé, no sé qué se puede sentir ante una perdida así. Ha sido una pregunta estúpida.- añadió después. - ¿Me dejas?- Preguntó mirando al niño que seguía llorando.
Regina asintió con la cabeza y le tendió a su hijo. Emma paso su brazo a todo lo largo del cuerpo de Henry y lo tumbo boca abajo sobre el mismo. El pequeño tenía los brazos colgando y la cabecita apoyada sobre el brazo de la rubia. La morena iba a protestar pensado que su hijo podía caerse pero vio como el niño dejaba de llorar al instante.
-Cassidy tiene una niña pequeña, me contó que esta era la única forma de que dejase de llorar.- Le explicó la rubia.- ¿Cómo se llama?- Preguntó ella.
-Henry.- Contestó Regina.- Creó que ha percibido mi estado de ánimo, lleva toda la mañana nervioso.- Añadió.
-Puede ser, los niños lo perciben todo.- Contestó Emma que se levantó para pasear un poco al pequeño y no siguiese llorando.
-Gracias.- Soltó entonces Regina sorprendiendo a la rubia.
-¿Por qué?- Preguntó entonces Emma.
-Por todo, por no permitir que ayer me metiese en un lío en ese bar, por preocuparse y llamarme hoy. Por calmar a mi hijo cuando yo no soy capaz.- La morena se vino abajo y dejo escapar unas lágrimas por sus mejillas.
Emma dejó al niño en el carro ya que se había dormido y se sentó a su lado, tenía muy claro que sus sentimientos por Regina eran cada vez más fuertes pero tenía que dejarlos a un lado, debía de ayudarla y apoyarla.
-Tranquila.- Dijo Emma dejando que la morena llorase sobre su hombro.- Relájese.- Murmuraba acariciándole la espalda.
-¿Por qué hace esto?- Preguntó Regina sin separarse.
Emma no supo que contestar a esa pregunta y simplemente siguió con las caricias hasta que Regina se recompuso un poco y dejó de llorar. La morena se limpió la cara y se alejó un poco de la rubia intentando colocarse la máscara de frialdad.
-Puede contarme lo que necesite, de verdad que nadie lo sabrá. No tiene que hacer eso.- Le dijo Emma.
-¿Qué cosa?- Preguntó Regina que no se había dado cuenta de nada.
-Hacerse la dura y fingir que nada le importa. Como ya le dije podemos ser amigas, y eso implica contarnos las penas y todas esas cosas.- Contestó Emma mirando hacía unos niños que corrían por todo el parque.-Sé que puedo parecer algo inmadura pero es solo fachada te lo aseguro.
-Es involuntario.- Aseguró Regina.- No estoy acostumbrada a mostrarme vulnerable.
-Lo sé, lo imaginé.- dijo Emma ganándose una mirada reprobatoria por parte de Regina.- Sé leer bastante bien a la gente.- Añadió como explicación.
-Tengo que irme.- Dijo Regina levantándose rápidamente.
-Vale, ¿Quieres que te acerque a tu casa?- Preguntó entonces Emma.
-No hace falta, iré dando un paseo. Me sentará bien.- Contestó la morena mirando a los ojos a la rubia.
-Vale.- Dijo la rubia sin más.
Emma se agachó y se quedó mirando al pequeño que dormía en el carro, después de darle un beso en la frente se levantó y se quedó mirando a Regina que parecía querer decir algo más.
-¿Quiere que nos veamos mañana?- Preguntó Emma que tuvo que tomar la iniciativa.- Aquí mismo, es decir, en el parque...- La rubia se puso nerviosa cuando no obtuvo respuesta.
-Está bien.- Contestó Regina, no sabía porque pero le sentaba bien tener a la rubia cerca.
-¿A eso de las cinco?- Preguntó Emma.- Mañana trabajo todo el día.- Explicó la rubia.
-Vale.- Dijo Regina.
Regina se despidió con la cabeza de Emma y salió del parque empujando el carrito de su hijo que dormía profundamente sobre el mismo.
Emma por su parte se volvió a sentar en el banco donde habían estado ambas sentadas y se quedó mirando hacia el horizonte sin realmente prestarle atención a nada de lo que había a su alrededor.
La rubia se marchó a casa después de pasar más de media hora sentada pensando en todo lo que estaba sintiendo por su jefa. Su mente iba demasiado rápido, sabía que se estaba arriesgando y que iba a sufrir pero aun así no deseaba alejarse de Regina. No deseaba huir de esos sentimientos aunque sabían que eran imposibles.
ESTÁS LEYENDO
Simplemente amor
FanfictionRegina Mills está viviendo los peores momentos de su vida, todo parece desmoronarse a su alrededor y en ese momento encontraran a Emma Swan, quién se convertirá en un pilar fundamental en su vida.