Capítulo 31

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-¿Qué ha pasado?- Preguntó Graham que se había quedado en el hospital para que David y Mary Margaret fuesen a ducharse, a cambiarse y a traerle unas cosas que necesitaba para Emma, que aunque había pedido el alta, no se la habían concedido.

-La he besado, Graham. ¿La has visto? Estaba preciosa.- Contestó Emma con los ojos brillosos.- No sé qué me ha hecho pero no me la saco de la cabeza.

-¿Qué te ha dicho?- Preguntó él que se había acomodado en la silla que había al lado de su cama.

-Me ha reconocido que le gusto, bueno... al menos eso he entendido. No se ha expresado demasiado bien.- Soltó Emma frustrada.

-Emma, ten cuidado. No confundas agradecimiento por recuperar a su hijo con algo más.- Dijo él que simplemente no quería que su amiga sufriese.

-Lo sé, lo intento.- Contestó ella.- Lily debió de verla aquí...

-Sí la vio. Hablaron fuera, las vi cuando salí a fumar un cigarro. No sé qué hablaron.- Soltó Graham que lo había olvidado.

-Me ha dejado, es decir, ella sabe lo que yo siento y lo que yo he sufrido por ella, imagino que al verla aquí se imaginó... no sé lo que se imaginó pero debo de hablar con Lily. No quiero hacerle daño tampoco. –Explicó ella.- ¿Fumar? Lo habías dejado.- Espetó cuando su amigo le iba a contestar.

-¡Tú culpa! Por darme ese susto.- Soltó él haciéndose el ofendido.- De todas maneras solo fue uno, me sentí culpable y tire la cajetilla.

-Muy bien, así me gusta.- Espetó Emma que había luchado mucho para que su amigo dejase de fumar.

Los dos siguieron hablando durante un rato, durante ese tiempo a Emma le habían llevado la cena pero al no gustarle nada de lo que había allí Graham se ofreció a bajar a comprarle algo a la cafetería.

Emma estaba terminando de comerse su bocadillo cuando Mary Margaret entró en la habitación, su mirada de desaprobación hizo temer a ambos. Graham se despidió y se marchó rápidamente, no quería enfrentarse a la madre de su amiga.

-Hola mama. ¿Y papa?- Preguntó después de haberle dado el último bocado a su comida.

-Hola, se ha quedado en casa. Solo dejan quedarse una persona por la noche.- Dijo entonces esta.

-No tienes que quedarte, vete a casa con papa.- Aseguró Emma que no quería que su madre pasase la noche en ese incómodo sofá.

-Claro que me voy a quedar.- Espetó entonces ella.- Aquí tienes una bolsa de aseo, tus zapatillas de casa y algo de ropa interior.- Dijo Mary abriendo la bolsa.

-Necesito una ducha....- Espetó Emma.

-Hasta mañana no, tiene que venir una enfermera a ayudarte con la herida.- Aseguró entonces Mary Margaret.- Si quieres puedo ayudarte a lavarte un poco.

-Vale.- Emma no quería que su madre la ayudase pero no podía negarse teniendo en cuenta que solo respirando su hombro daba un fuerte pinchazo.

Mary ayudó a Emma a levantarse de la cama y la llevó hasta el baño, después de asearla un poco, se cepillo los dientes y el pelo para volver a la cama. Ahora se sentía mucho mejor que antes, en su cabeza llegó el recuerdo de que Regina la había visto de esa guisa y eso no le gusto para nada.

-¿Qué piensas?- Preguntó Mary que vio a su hija dejar de prestar atención a todo.

-Nada, mama. ¿Sabes que ha pasado con el caso?- Preguntó Emma que no podía dejar ver sus pensamientos reales.

-No sé nada, tu padre se iba a pasar esta tarde para ver cómo iba.- Contestó Mary.- Deberías dejar ese trabajo.- Volvió a decir ella.

-Sabes que eso no pasara, adoro mi trabajo y nada me hará cambiar de opinión.- Soltó de nuevo Emma.

-Eres una cabezota, como tu padre.- Espetó Mary que sacó un libro y se puso a leer.

-¿Me has traído mi videoconsola?- Preguntó en tono infantil Emma. Había veces que parecía no tener más de 10 años.

-Sí, va en la mochila.- Contestó Mary sin levantar la cabeza, la mochila estaba justo al lado de Emma.

La rubia la sacó y comenzó a jugar, no quería seguir pensado en la morena, aunque le estaba resultado imposible. Aun sentía en sus labios el beso que se habían dado hacía unas horas.

Emma se cansó de jugar y cogió su móvil, después de mirar todo lo que tenía en él abrió los mensajes y señaló al destinatario.

-No he podido dejar de pensar en el beso. ¿Puedes venir a verme?- Escribió Emma aunque no estaba muy segura de si debía de enviarlo o no hacerlo. Lo eliminó y volvió a escribir.- ¿Puedes venir mañana al hospital? El médico no me ha dejado salir de aquí y necesito verte.- Emma releyó el mensaje varias veces antes de darle a enviar.

Mary Margaret estaba concentrada en su lectura y no se estaba dando cuenta del nerviosismo de su hija. Emma dejó el móvil sobre su regazó y cogió de nuevo su consola, no estaba muy segura de que Regina le contestase.

-¿Qué haces?- Preguntó Mary cuando escuchó a Emma removerse en la cama sin parar.

-Nada, no encuentro la postura. Estoy cansada de estar tumbada.- Contestó Emma siendo lo más convincente posible.

-Seguro...- Dijo Mary Margaret que no se creía las palabras de su hija pero que la conocía lo suficiente para saber que no le sacaría nada.

Emma no dijo nada más, prefería no discutir con su madre pues esta se salía con la suya si así era. Cuando estaba perdiendo la esperanza de que Regina le contestase al mensaje su móvil vibró.

-Mañana pasaré por la mañana por el hospital. Necesito tú declaración para la denuncia. ¿Cómo te encuentras?.- Emma se decepcionó al ver el principio frio con el que Regina le había contestado pero al ver la pregunta una sonrisa nació en su cara.

-Me encuentro mucho mejor, me gustaría poder salir de aquí cuanto antes. ¿Cómo esta Henry?- Emma contestó y miró a su madre que no le estaba prestando atención, una sonrisa tonta nació en su cara.

-Debes de quedarte en observación, perdiste mucha sangre. Henry está muy bien, el pediatra me ha dicho que no tiene nada.- Contestó la morena.

-Creo que con el chute de sangre que me han dado antes de salir del quirófano no debe de haber problemas. Me alegró mucho que este bien, estaba preocupada por él. Me gustaría poder verlo.- Confesó Emma que realmente se había encariñado con el niño aunque lo había visto sólo unas cuantas veces.

-Seguro que te podrás ir a casa en unos días. Otra vez, gracias por salvarlo no sé cómo agradecértelo. Sí mañana se encuentra bien lo llevaré al hospital.- Emma sonrió, tenía que ganarse a Regina a través de detalles. A través de demostrarle que podía volver a enamorarse y a ser feliz.

-Ya me lo has agradecido pero... puede que haya algo... ¿Quieres cenar conmigo cuando salga de aquí?- Emma jugaba todas sus cartas.

-¿Eso es chantaje?- Contestó Regina aunque Emma se dio cuenta de que no estaba enfada sino que estaba siguiéndole el juego.

-Puedes tomarlo como desees siempre que aceptes mi invitación.-Aseguró Emma.

-Está bien, solo cuando te hayas recuperado.- Contestó Regina y la sonrisa de Emma no pudo ser más grande.

-Queda apuntado, mañana nos vemos. Ahora los medicamentos están haciendo efecto y me duermo. Dale un beso a Henry de mi parte y, claro, otro para ti.- Emma sonrió de nuevo.

-¿Con quién hablas?- Preguntó Mary Margaret que se había girado viendo a Emma con una sonrisa tonta en su cara.

-Con nadie, creo que iré a dormir. Estoy muy cansada.

Mary no insistió, simplemente apagó la luz y se acomodó en el sillón mientras que Emma seguía sonriendo sobre su cama. Regina iba a caer en sus brazos, ella le demostraría que pueden ser felices. 

Simplemente amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora