Capítulo 17

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Emma había estado todo el día con la cabeza en otro sitio, Killian tuvo que regañarle varias veces porque no estaba atenta al trabajo y se perdía la mitad de las cosas.

La rubia no podía sacarse de la cabeza la conversación que había tenido el día anterior con Regina y tampoco podía dejar de pensar en que la volvería a ver en ese parque. Graham que se había dado cuenta la interrogó durante toda la mañana hasta conseguir sacarle toda la información que podía. Emma acabó por rendirse y contarle todo lo que había sucedido.

El hombre se quedó preocupado pues sabía que Emma podía salir muy dañada de esa relación que estaba empezando a entablar con su jefa aun así la apoyó y le tendió un hombro sobre el que apoyarse pasase lo que pasase.

Emma estaba ya esperando en el banco del parque a que Regina llegase, ya pasaban más de quince minutos de la hora por lo que imaginó que la morena se había olvidado o simplemente no le había apetecido acudir, aun así prefirió quedarse un rato más que volver a su apartamento a darle vueltas a todo.

Cuando habían pasado más de veinticincos minutos la morena apareció empujando el carro con su hijo dentro. Emma no pudo evitar que soltar un suspiro que hizo que se relajase.

-Perdón por el retraso. Henry se había manchado entero y he tenido que cambiarlo.- Explicó Regina sentándose en el banco con su hijo en brazos para que le diese un poco el sol.

-No te preocupes, es normal.- Contestó Emma cogiendo la manita del niño que apretó su dedo fuertemente.- ¿Cómo estás?- Preguntó aunque no sabía si había hecho bien.

-No lo sé...- Contestó Regina.- No sé qué decir, la verdad es que me es extraño hablar de mi vida con alguien que no sea mi madre o mi padre, como mucho mi cuñada.- Soltó la morena que decía toda la verdad.

-Eso no tiene por qué ser malo. Seguramente que te viene bien tener a alguien con quien desahogarte.- Le explicó Emma.- A mí se me da muy bien escuchar...- Añadió jugando con las manos del pequeño Henry que sonreía.

-Mi mujer, Kat, dejó una nota antes de...- Regina no fue capaz de decir la palabra pues su lengua se trabó y un escalofrió recorrió su columna vertebral.

Emma decidió no decir nada, prefería dejar a Regina su espacio y su tiempo para que le contase. Así ella se iría abriendo lentamente, sin presiones y sin compromisos. Regina tomó una bocanada de aire para poder continuar sin venirse abajo.

-Realmente era una carta, en ella decía muchas cosas.- Decía Regina que miraba al frente meciendo ligeramente a su hijo.- No sé si me ha hecho sentirme mejor o peor, no sé cómo tomarme todo lo que ponía en ella. No puedo entender que dijese que me amaba y que luego tomase esa decisión.- Confesó con la voz rota la morena.

-Es muy difícil meterse en la cabeza de otra persona, Regina. Aun así, creó que tu mujer si te quería aunque tuviese que tomar una decisión que no era la correcta a vista del mundo.- Dijo Emma mirándola.

-No lo puedo entender, mucho menos que diga que quería a Henry y que se haya ido dejándolo solo.- Añadió Regina que no parecía haber escuchado lo que Emma le había dicho.

-No lo ha dejado solo, él te tiene a ti. A sus abuelos.- Dijo Emma que intentaba más mal que bien consolar un poco a la morena.- Ella tomó esa decisión y quiero pensar que no fue algo fácil de decidir...- Eso último casi fue un murmullo.

-Yo quería ayudarla.- Espetó Regina girando, ahora sí la cabeza, para mirar a los profundos ojos verdes de la rubia.

-Y ella seguro que lo sabía pero hay veces que la ayuda no es suficiente para superar los problemas. Hay muchas veces donde todo es más complejo y difícil de lo que parece a simple vista.- Aseguró Emma.- Entiende una cosa Regina, este dolor no va a desaparecer de la noche a la mañana, es más, yo creo que nunca desaparecerá pero acabas aprendiendo a vivir con él y a ser feliz teniendo un bonito recuerdo de una personas que te habrá aportado tantas cosas buenas.- Concluyó la rubia.

Simplemente amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora