Capítulo 43

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Emma llevaba toda la tarde esperando a que Graham o Killian se pusiesen en contacto con ella. Estaba de los nervios, había revisado los mismos documentos una docena de veces y ya no podía aguantar más.

Regina se encontraba en una situación similar, había llamado tantas veces a Emma durante esa tarde que casi no se habían separado.

Ambas sabían que la persecución había sido un fracaso y que el coche en el que iba el fiscal había desaparecido pero tenían la esperanza de encontrar algo por los alrededores de donde le habían perdido la pista.

-¿Qué tenéis?- Preguntó Emma saltando de su asiento al ver a Graham, Killian y el resto de la unidad aparecer en la comisaria.

-Nada.- Contestaron ambos a la vez. Estaban cabizbajos y no encontraban palabras para hacer que Emma se relajase y no explotase allí mismo.

-¡Joder!- Gritó la rubia tirando todos los papeles que tenía sobre la mesa.

Todos los agentes que había en la sala se giraron al escuchar el golpe y el grito de la rubia. Esta se pasaba las manos por el pelo ahora suelto. Regina también salió de la oficina al escuchar el fuerte golpe, la morena miró realmente mal a Emma al ver el estropicio que había liado.

-¡Swan, a mi despacho!- Espetó dejando ver su enfado.

Emma no dijo nada, simplemente salió en dirección a donde se encontraba Regina. Estaba tan cabreada que le daba igual lo que le pudiese decir la morena, su cabeza no era para nada racional en esos momentos.

-¿Era necesario?- Preguntó Regina en tono más dulce una vez que hubo cerrado la puerta de su despacho.

-No.- Contestó demasiado brusca.- Ese hijo de puta se ha vuelto a escapar.- Casi gritó.

-Lenguaje, Emma.- Le regañó Regina que no aguantaba ese vocabulario.- Lo atraparemos, estoy segura.- Contestó la morena acercándose y abrazando fuertemente a Emma que escondió su cabeza en el cuello de la otra mujer.

-¿Y si os hace algo?- Preguntó con la voz casi rota, todo esa tensión y esa frustración acabó derivando en un miedo irrefrenable.- ¿Y si nunca lo encontramos? ¿Tendremos que vivir con miedo o escondidas?- Preguntó de nuevo.

Regina acariciaba la espalda de Emma intentando calmarla y que estuviese un poco más relajada. Aun así notaba las lágrimas de Emma correr por su cuello, esa mujer fuerte y dura que había conocido no era más que una sombra, una máscara que había caído cuando había sentido el miedo de poder perder lo que más amaba.

-Lo encontraremos, estoy segura.- Dijo Regina calmadamente al oído de Emma.- Ahora vamos a casa.- Añadió dejando un beso sobre el cuello de Emma.

-¿A casa?- Preguntó la detective que noto un escalofrió cuando escuchó esas palabras.

-A casa.- Contestó Regina separándose de ella y limpiando los ojos.

Regina terminó de recoger sus cosas y pidió a Emma que hiciese lo mismo. Tras despedirse de todos en la comisaria ambas salieron en dirección a la casa de Regina, era la morena quién conducía pues el coche de Emma se había quedado en la comisaria.

El camino se hizo en completo silencio, ninguna se atrevía a romperlo. Emma estaba enfrascada en sus pensamientos, y en cómo conseguir atrapar al fiscal mientras que Regina se centraba en la carretera no queriendo darle más vueltas al tema. Veía a Emma vulnerable y ella tenía que ayudarla a salir adelante.

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Emma preparaba la ensalada mientras que Regina se encargaba de hacer la sopa y la carne. En un rigoroso silencio, solo roto por las quejas y risas de Henry que jugaba en su parque, ambas se movían por la cocina con toda tranquilidad.

-¿Sabes algo de tus padres?- Preguntó Emma que no aguantaba más ese silencio.

-Sí, me han llamado hace un rato.- Contestó Regina.- Están bien, un poco asustados por nosotros.- Añadió.

-No tienen que estarlo. Yo os estoy cuidado.- Dijo Emma con tono protector.

-Lo saben y te lo agradecen.- Aseguró Regina.

-Yo les agradezco que hayan tenido a la mujer más atractiva, sensual, preciosa, inteligente, testaruda y mandona de este planeta.- Dijo con voz pícara mientras recorría con sus manos las caderas y el culo de Regina que se movía ligeramente provocando a Emma.

-¿Todo eso?- Preguntó entonces colocando sus manos sobre el firme abdomen de Emma cubierto con su camiseta blanca.

-Y mucho más...- Aseguró Emma mordiendo el labio de Regina y tirando de él.- Creó que ya no tengo hambre.

Regina echó su cabeza hacía atrás soltando una fuerte carcajada, un soplo de aire fresco era poco para decir lo que Emma había aportado en el poco tiempo que llevaba a su lado.

-Vamos, Swan.- Dijo está separándose de Emma, sabía que si seguían con el juego ella tampoco podría contenerse.

-Vale.- Contestó Emma pero su móvil comenzó a sonar.

Regina sobresaltada apagó el fuego y salió detrás de la rubia para ver quién era y si había pasado algo. Emma alzó su móvil y en él ponía que era su padre por lo que Regina se relajó, suponiendo que tan solo quería saber cómo estaba la rubia.

Volvió a la cocina mientras que Emma hablaba con sus padres y aprovechaba para jugar un poco con Henry que estaba muy a gusto rodeado de juguetes. Emma colgó una media hora después y se reunió con la morena en la cocina que lo tenía casi todo listo.

-Lo siento, mi madre es un poco paranoica.- Soltó Emma cogiendo el vaso con refresco que Regina había servido para ella.

-Es normal, está preocupada por ti. Cuando seas madre lo entenderás.- Dijo Regina mirando a Henry jugar tranquilo.

Emma notó una punzada en el pecho, no sabía porque esas palabras le habían provocado esa reacción pero Regina se lo notó.

-Creo que ya sé lo que es sentir esa preocupación.- Dijo mirando también a Henry.

-Emma...- Regina murmuró enternecida por esas palabras aunque no estaba segura de lo que quería expresar.

-Sé lo que es, cuando me entere que ese hijo de... ese hombre- Se corrigió pues sabía que la morena le regañaría.- tenía a Henry mi corazón se estrechó, sentía que algo faltaba, que algo fallaba, no sé cómo explicarlo, y sé que puede parecer precipitado o una locura pero no lo es.- Divagaba con la vista fija en el pequeño.

-Emma... eso que dices es...- Regina no podía decir nada, tenía la voz entrecortada.

-Una locura, lo sé.- Soltó entonces Emma.

-¡No!- Espetó Regina.- Claro que no, es lo más bonito que me han dicho nunca. Que sientas eso por un niño que no sería nada tuyo... amaras a tus hijos.- Dijo después.

-Nuestros hijos, no lo olvides. Sí tú me dejas quiero que sean nuestros hijos.- Aseguró entonces Emma.

Regina no respondió a esas palabras simplemente unió sus labios a los de Emma que no pudo evitar que una sonrisa naciese en su rostro. Las dos se separaron unos segundos después y comenzaron a poner la mesa para cenar mientras que Henry seguía entretenido jugando.

Las dos comieron en completa calma, cuando estaba tomándose el postre la puerta sonó. Fue Emma la que fue a mirar con su pistola en la mano pero al mirar vio que se trataba de los padres de Regina junto a la pareja de policías que se estaban encargando de su protección.

Emma los dejó pasar y todos charlaron durante un rato, intentando olvidar por un momento todo lo que estaba pasando. Henry y Emma habían comenzado a charlar de política mientras que Cora y Regina se habían centrado más Henry.


Tal y como dije tengo una situación muy complicada ahora mismo y no estoy teniendo tiempo para nada. No quiero dejar las historias a medias por lo que iré actualizando cuando vaya teniendo tiempo, tened paciencia y muchas gracias por todos los comentarios.  

Simplemente amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora