24. Hola

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¡Estúpido! ¡idiota! ¡odio esta porquería! —dije irritada ante mi móvil.

La batería se habia agotado hasta el punto de apagarse. Y si, este día no había estado nada a mi favor, había discutido con Mark, no me fue nada bien en las clases de esta mañana, Patty no había llegado a la facultad por obvio motivo no tenía con quien hablar, el maestro de matemáticas me recalcó lo mal que hice el ejercicio dado en clases y por último. La batería de mi celular, sin recalcar que nadie me vendría a recoger. Por Dios, ¿tan mal me ha ido?

Si me montaba en un taxi, no me dejaría en casa, pues quedaba tan retirado de la ciudad que absolutamente nadie querría pasar por mi zona, me tomaba más de cincuenta minutos llegar hasta mi residencia en un auto.

Bajé las escaleras de la salida en la facultad buscando un teléfono público, sería mi única solución para irme a casa.

Llegué hasta una pequeña cabina de autobús con un teléfono público, y entré en ella. Por Dios, recordé que no me sabía el número de nadie en mi familia, aunque recordaba un poco el número de tatiana aún tenia claro que quizá uno o dos números no eran los correctos en mi memoria. Dios ¿que haré?

Respiré profundo comenzando a tranquilizarme, tenía que buscar una solución. Y si, cuando Mark apareció en mi mente, supe que él chico se había convertido en mí solución ahora. Su número estaba en mi memoria, no había recordado lo fácil que era, por Dios. ¿Cómo no me acordé antes?, sí, estabamos peleados.

Debía dejar mi orgullo de lado y llamarlo.

Marqué el número telefónico, tuve que llamarlo por un largo tiempo hasta que escuché su grave voz pronunciarse por medio de una llamada.

— Hola, Mark.

— Voy conduciendo —habló, queriendo decirme que no quería hablar conmigo.

— Mark, por favor, solo necesito un momento.

Miré hacia la carretera y luego habló.

— ¿Pasó algo? —preguntó.

— Podrías venir a recogerme a la facultad —hablé claro, aunque poco audible. — Se que estas molesto, pero...

— Estoy cerca de allí —dijo y colgó.

Obligado pero lo hará, y eso es lo bueno.

Reí y me senté a esperar en la parada de autobús. Puse mi mochila sobre mis piernas para luego sacar mi reproductor de música junto a mis auriculares. Tenía suerte de que mi reproductor no se había descargado.

Escuché el programa radial de papá, hasta que Mark llegase, habían pasado prácticamente más de quince minutos calculando la hora en que salí de la facultad.

UN POSIBLE AMOR © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora